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domingo, 25 de abril de 2021

Maimónides: Cómo la teología racional influencia a la producción se subjetividades en las grandes filosofías políticas modernas

Maimónides, el Rambán, es uno de los principales referentes filosóficos del judaísmo. Su obra cumbre, la Guía de los Descarriados busca entregar una guía a los hombres que se ha alejado de la existencia divina, producto de las doctrinas religiosas y por haber aplicado incorrectamente el conocimiento científico y los métodos de la filosofía antigua. Para ello, utiliza la comparación con la filosofía griega para dar cuenta de la existencia divina y el origen de lo creado.
En este intento de apelar a las conciencias mediante la persuasión, la obra abarca el tema del conocimiento humano, lo que incluye a una reflexión que pase por métodos deductivos y de prueba, objetando en el capítulo LXXI a los orígenes de la teología racional, como veremos. Es aquí donde nos  concentraremos: en la crítica que desliza Maimónides a los postulados que sostenían (y sostienen) la realidad construida por el catolicismo en occidente, donde la escolástica tenía un papel no despreciable, cuya expresión de religión positiva ha influenciado también a las principales filosofías políticas de la modernidad. 
Tomaremos lo que a nuestro juicio es una clara síntesis de su pensamiento para enfrentar la inevitable tendencia del subjetivismo para explicar acontecimientos, especialmente con la fragmentación que viene generando la modernidad en los últimos 200 años, lo que también puede resumirse en el concepto de Byung-Chul Han, referente al "fetichismo de la subjetividad", y las formas en que se produce el sentido de la propia verdad, mediante puntos de vista en común.
Para el filósofo judío la filosofía debe fundarse en la física y la lógica, entendidas como ciencias de la naturaleza y no en intenciones que buscan probar determinadas propuestas doctrinarias, como ha sucedido con los dos troncos de la filosofía política de la modernidad, como son el liberalismo y el socialismo, con sus respectivas ramificaciones, y sus permanente discusión reduccionista que se ha manifestado por más de dos siglos en el quehacer humano, reduciendo la política en las categorías convencionales de derecha-izquierda. Ello no significa desechar por completo la elaboración que han realizado estas filosofías modernas, las cuales han tomado una porción de la teología racional, para justificar lógicas de dominio en función de ciertos intereses, sino que de lo que se trata es de identificar, desde el punto de vista de Maimónides, la presencia de una forma de conocimiento que no logra solucionar los problemas prácticos del hombre.
 "Pienso que Temistio tenía razón al decir que no se pueden adaptar las propiedades de las cosas a nuestras creencias, sino que son nuestras creencias las que deben adaptarse a la realidad del ser", señala Maimónides, al hacer referencia a la teología racional (Kalam), en una sentencia que todavía sirve como un diagnóstico al ver las discusiones filosófico-políticas. Es relevante aclarar que el objetivo del filósofo hebreo no era la crítica a la forma que ha adquirido esta producción de conocimiento, pues la finalidad de su obra era dar el entendimiento de los hombres hacia Dios, a través de la reflexión, pasando por el estudio, reconociendo Su voluntad y Gobierno, algo inherente a la cultura judía.
Atribuye que la "correcta solución de los problemas" se vio ahogada con los dogmas para defender particulares creencias y en intereses exclusivos, pues no dejan espacio para las diferencias: "Cuando la Iglesia cristiana recibió en su seno a griegos y sirios y promulgó sus conocidos dogmas, eran corrientes entre los gentiles las doctrinas de los filósofos. La filosofía prosperaba, pero los reyes propugnaron la fe cristiana. Los eruditos griegos y sirios de la cristiandad, viendo que sus dogmas estaban expuestos a recibir severos ataques por parte de los sistemas filosóficos en boga, echaron los fundamentos de esta ciencia teológica o Dogmática, comenzando por establecer ciertas proposiciones que sirvieran de apoyo a sus doctrinas y permitiesen refutar los principios contrarios a los fundamentales de la religión cristiana", sostiene. 
Según Mainónides, la práctica de acomodar los postulados de la filosofía antigua de acuerdo con los propios fines fue ejercida por esta construcción de saberes institucionalizados, con un cuerpo doctrinario con un fuerte componente de apologética que, a su vez, diseñó mecanismos de coacción para el control de las diferencias y del disentimiento. Es en el catolicismo y en el Islam en que esta forma de teología política se fue conformando, de acuerdo con el análisis del filósofo judío.
"Cuando los musulmanes hicieron traducir al árabe los escritos de los filósofos, venían estas obras acompañadas de aquellas críticas. Seleccionaron los árabes, además, de entre las opiniones de los antiguos filósofos, todo cuanto servía a sus fines, a pesar de que ulteriores indagaciones han demostrado la falsedad de ciertas teorías como la de los átomos y el vacío; pero ellos creían que aquellos autores contenían proposiciones útiles para la defensa de la religión positiva", señala.
Uno de los contenidos importantes de la Guía de los Descarriados es que aborda la distinción entre lo verdadero y lo correcto bajo el prisma de la demostración, como una etapa superior a la sujeción moral de lo bueno y lo malo, que aún persiste en el pensamiento y acción de los hombres hasta nuestros días. 
Dentro de su revisión histórica señala que la construcción de dogmas institucionales utilizaron algunos aspectos de la filosofía que era funcionales "para la defensa de la religión positiva", algo que tomaría fuerza -por ejemplo- con la apologética católica en el transcurso de los siglos.
"Sostenemos únicamente que los primeros teólogos, ora cristianos griegos, ora mahometanos, establecieron sus proposiciones sin indagar las propiedades verdaderas de las cosas; antes bien, se preocuparon de que las propiedades de las cosas les suministraran pruebas en pro o en contra de una u otra creencia. Pienso que Temistio tenía razón al decir que no se puede adaptar las propiedades de las cosas a nuestras creencias, sino que son nuestras creencias las que deben adaptarse a la realidad del ser", recalca.

Si bien estos argumentos son para demostrar la existencia de Dios, lo expuesto por Maimónides encuentra correspondencia con la forma de producción de subjetividades en estos tiempos, especialmente aquellas en que se establece un sentido a partir de las propias creencias que encuentran lugares en común, las que se van considerando como verdades absolutas, donde no caben términos medios. A estas creencias se van acoplando valores e ideas que van fortaleciendo una postura ante el mundo que se hace irreductible. 
Ante esta realidad, para el filósofo judío la respuesta es el estudio y la investigación sistemática, yendo en línea con el permanente escrudiño, cuyas bases en la cultura hebrea están en el Midrash. "Porque hay ciertas nociones que a unos les parecen fundadas en tu razón, mientras que otros las estiman pura fantasía. Sería menester en tales casos descubrir algo que sirviera para demostrar la diferencia que hay entre lo que conciben el entendimiento y las fantasías imaginarias", indica.
Pero el punto es que las principales filosofías políticas de la modernidad no admiten diferencias en sus constructos. La razón que buscan, ya sea con conceptos como "socialismo científico" de Marx y Engels, la racionalidad perfecta y la lógica consciente de la escuela austríaca, y la economista positiva de Friedman, con sus consiguientes feligresías, esconde el aspecto axiológicos que llevan a las pasiones, y omite otras diferencias que puedan contradecir sus propios postulados. Cuando se encuentra un punto en común intersubjetivo en torno a estos dogmas es cuando el pensamiento de Maimónides cobra relevancia, para desmarcarse de esta tendencia. 
En la discusión vulgar, a modo más general, la permanente discusión de contenidos entre adherentes que dicen ser de izquierda o derecha también cae en una pretendida fundamentación de razón, como si automáticamente con ella se eliminara toda pasión en la acción humana. Es así como la idea de feligresía, de un grupo de personas que adhiere a una comunidad que comparten una visión de mundo en común se apega a esta construcción de ideas basadas en las principales filosofías políticas modernas, aunando y encausando subjetividades, las cuales se acomodan en la aparente razón de representar la forma de vida más idónea para los hombres. Desde sus inicios, liberalismo y socialismo, con sus ramificaciones, no han dejado esta discusión, cada uno estableciendo propias hegemonías que se han extendido al sentido común de comunidades y subjetividades, encontrando más de un elemento con la teología racional (Kalam).