El
formato televisivo tiene como característica el ser meta histórico, ir más allá
de las nociones de pasado, presente y futuro. Este es uno de los principios que
menciona el filósofo chileno Juan Pablo Arancibia al hablar de meta lugar. Esta cualidad
hace que se configure un lenguaje narrativo de la modernización que está
presente en Chile desde hace 30 años.
Al
utilizar la narración histórica, la televisión se convierte en la historia.
Esta apropiación permite que la administración de sentidos se transforme en una
forma de conocimiento, la que también es susceptible de ser reducida al campo de
lo micro narrativo que opera en la cotidianeidad.
En
lo que se refiere a la modelización de la subjetividad y a la producción del
cuerpo mediatizado, lo central que se destaca en la propuesta de Arancibia es
el concepto de velocidad que encierra a la producción del lenguaje,
racionalidades y propuestas estéticas, lo que se denomina como síndrome del flujo:
La mediatización absorbe y reprograma la vida cotidiana de las personas; la
extrae y la manufactura para valerse de ella y ponerla constantemente en
circulación, en un ciclo.
En
esta mediatización de la cotidianeidad mediante la televisión e internet se
vuelven lenguaje de la vida, establece una racionalidad, una forma de
biopolítica, en el sentido de que permite a la constante oferta televisiva ser partícipe del ciclo biológico de sus
usuarios. El
desarrollo de Internet como espacio de contenidos discursivos que sobrepasa
la capacidad omnicomprensiva de meterse en todos los rincones y superficies, también está consolidándose como un lenguaje de vida. La
perspectiva de la brecha digital para sostener la preeminencia de la televisión
como espacio discursivo meta temporal no pierde peso, pero ya está mirando
hacia atrás al formato de internet, que se encuentra cada vez más cerca.
Al
asignarle las funciones de vigilancia y microvigilancia a la televisión,
Arancibia deja entrever el rasgo panóptico del formato televisivo, en
circunstancias de que la irrupción de las redes sociales 2.0 en Internet ya
está abriendo los espacios para hablar de un post panóptico, en que se da un
mayor intercambio entre el usuario y el medio de información.
Pero
en el concepto de microvigilancia, el autor plantea esa distinción artificial
de conduce la esfera política o el poder soberano sobre la sociedad, al darse la
autoinmunidad de ser blanco del mismo control omnipresente que realiza la
televisión, lo que efectivamente genera un tipo de sujeto, una modelización de
la subjetividad que opera como un tribunal que determina pautas.
Nuestros
cuerpos son mediatizados por estas formas de escritura y lenguaje televisivo,
sin este tipo de discurso no se produciría el cuerpo televisivo autoreferente
que se objetiviza a partir de las subjetividades que genera, la narración
televisiva posibilita que se levante este cuerpo a partir de ella hacia afuera.
Somos constituidos por sus narraciones, sus lenguajes y palabras, muchos
esperan ser narrados en este espacio discursivo, sin darse cuenta, actúan por
automatismo frente a las cámaras, esperan que sus cuerpos sean enunciados.
Cuando
el autor habla de prolongaciones de las objetivaciones nos lleva a entender que
formamos parte de las prótesis del cuerpo de enunciados narrativos del lenguaje
que da vida al discurso televisivo. El material de estas prótesis es el
resultado de la modelización de
subjetividades.