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lunes, 30 de marzo de 2015

La respuesta a Picketty de Deirdrei McCloskey que el "liberalismo clásico" chileno sólo puede observar de afuera

Deirdrei McCloskey, reconocido/a académico/a de la Universidad de Chicago, discípulo/a de Friedman escribió un no despreciable ensayo para objetar las tesis de Picketty. Un acertado trabajo para la lógica concreta que se vive en Estados Unidos y en países ricos, pero los libertarianos clásicos en Chile quedan nuevamente con la vara alta para aplicar realmente estas ideas, porque son producto de las variables causantes de una clase dominante cerrada que ha moldeado según sus intereses al accionar del Estado. Por ejemplo McCloskey bien plantea que las redes de protección social en los países ricos son bastante parecidos entre sí, además de que indicar que el avance de estas sociedades no responde exclusivamente al Estado benefactor, sino que a lo que llama el "gran enriquecimiento", una mezca de crecimiento económico, basado en la industria de valor aregado, y una cultura de solidaridad orgánica mucho más amplia que la chilena.
Para sostener esta idea del "gran enriquecimiento" McCloskey sostiene un ejemplo empírico: "Boudreaux observó que un billonario que participaba en uno de sus seminarios no se veía muy diferente a un estudiante “pobre” de pre-grado que estaba presentando un paper sobre coeficientes de Gini". Lo ejemplificado se explica simplemente porque en la cultura de los países desarrollados no existen los códigos socio culturales latinoamericanos de diferenciación-segregación que en Chile son más profundos dentro de nuestra estructura social. Un billonario chileno al lado de un estudiante pobre no se ve ni siquiera en seminarios ni en otras instancias de interacción.
Lo que señala McCloskey sirve como una plataforma filosófica para la corriente chilena que se identifica con la "sociedad de oportunidades", pero que no advierte el aspecto socio-cultural en que se ha desarrollado esta filosofía de la naturaleza a la chilena: En nuestro país el libertarianismo friedmaniano estableció una hibridación con el gremialismo, del cual es difícil despegarse. Se llega a la kafkiana situación de defender la libertad del individuo desde emisores que participan activamente en el Opus Dei o en los Legionarios de Cristo, dejando en el pantano de la sospecha la idea del libertarianismo verdadero, tal como fue concebido en Estados Unidos con al anarquismo individualista o con otras vertientes inclinadas al mutualismo.
Pero sigamos con McCloskey: Pone un aceptable punto al criticar la persistente idea reduccionista que existe sobre el capitalismo, que lo considerándolo exclusivamente desde su carácter de acumulación, dejando en un rol secundario su capacidad de innovación (esto se genera por el marxismo vulgarizado que le asigna un rol reaccionario a la burguesía, olvidando que Marx siempre le atribuyó su carácter altamente revolucionario). La misma idea de que el capitalismo debe considerarse por la construcción de "idea sobre idea" refleja lo atrasado y limítrofe que se encuentra el libre mercado en Chile, algo que pocos libertarianos consignan en su apologética. Y es que los liberales clásicos plantean que no existe problema ético en la desigualad, sino que el foco es reducir la pobreza, pero pocos mencionan el hecho de que el capitalismo chileno crece más por acumulación que por innovación. Ese límite es lo que impide reducir la pobreza y, menos aún, la desigualdad.
El hecho de que en nuestro país existan personas que piensan una idea para salir adelante, se esfuerzan por ejecutarla y llevarla a buen puerto pasa por una estructura del embudo que no sólo es responsabilidad de la desidia del aparato público, sino que también de la histórica clase dominante que ha creado una topocracia cerrada y que se manifiesta en el tipo de economía de mercado que vivimos actualmente, por lo que la construcción de ideas provenientes de emprendedores, individuos libres en su voluntad para hacer cosas, colisiona con esta estructura de redes cerradas que impiden su ascenso, a través de concentración de mercados, verticalismo sectorial y de corporativismo gremialque también frena el desarrollo de la micro y pequeña empresa. Las ideas se desencadenan por la libertad, muy certero, pero en Chile chocan con el direccionamiento que el sector público y sobre todo el privado le han dado al libre mercado. Acertado sería que McCloskey algún día se fijara en estas condiciones reales del caso chileno, que Friedman superficial y propagandísticamente calificó de "milagro".
La jerarquía sigue siendo algo natural en la clase dominante local, desde cuya cuna provienen los exponentes más conocidos del libertarianismo-gremialista, por lo que ha sido tan difícil la instalación de un liberalismo clásico puro por estas tierras. En Chile, el término hayekiano de la "gran sociedad" existe a medias e -insistimos- no es una responsabilidad causal del Estado, puesto que este mismo siempre ha estado en manos de un grupo social homogéna y familiarmente establecido, desde los pelucones, pasando por la oligarquía salitrera, hasta la cúpula del gremialismo.
Otro punto de la crítica de McCloskey a Picketty es cuando habla de una "ética de mercado" que podría mejorar la igualdad francesa, mencionando otro aspecto que no se cumple cabalmente en el libre mercado chileno, pues el libre ingreso que se pregona no ha socavado las bases de los monopolios en nuestra economía, "que en las sociedades tradicionales hacen que una tribu siga siendo rica y la otra pobre". ¿sabrá McCloskey que el "milagro chileno" aún está capturado por prácticas y códigos que reflajan la persistencia propia de una sociedad tradicional".
También se evidencia la contradicción entre los apologistas del libre mercado, como el discurso de los chicago-gremialistas de Libertad y Desarrollo, con las ideas de McCloskey, específicamente cuando los primeros sostienen que los fenómenos de movilizaciones sociales o el descontento ciudadano son parte de "la trampa del ingreso medio". Sin embargo, a juicio de McCloskey, esta "trampa" "se basa en la idea mercantilista de que el crecimiento depende de las exportaciones, que supuestamente tienen más dificultades para crecer cuando los salarios suben". Justamente otra idea persistente entre los defensores de las prácticas del libre mercado en el país, cuando se discute sobre el aumento del ingreso para los trabajadores. Eso sí, McCloskey dice que la verdadera trampa del ingreso medio es la envidia, pero clasificar esta condición humana escapa a los límites que la misma doctrina apologista del libre mercado sostiene, ya que la envidia es una realidad más compleja que se aborda desde la perspectiva filosófica, psiquiátrica, ética-moral, axiológica, religiosa, antropológica y sociológica, todos aspectos que los mismos defensores del libre mercado desechan a la hora del debate, para concentrarse exclusivamente en la dimensión económica para sus argumentaciones.

viernes, 27 de marzo de 2015

La contradictoria aspiración ética moral del liberalismo clásico en el manejo del capital

La Ideología Alemana es una de las obras post mortem de Marx donde se plantean las bases de la postura materialista, pero en algunos de sus pasajes se advierte la constante contradicción entre el orden discursivo y la praxis de la burguesía clásica del siglo XIX, lo que deriva inevitablemente al campo de la filosofía moral, siendo algo que los mismos constructos del liberalismo han soslayado desde que capturó el poder político del Estado y las formas jurídicas. 
Y es que actualmente los principales propagandistas e ideólogos del liberalismo, incluídas algunas voces del libertarianismo, no abordan en profundidad la marginación de los comportamientos éticos que perjudican a terceros, como lo es la concentración del recurso económico y de la distribución de poderes hegemónicos, que se registra en las relaciones de intercambio político-económico. 
Una de las principales falacias es plantear que la acción de unos pocos no debe confundirse con la totalidad en el orden de cosas de la economía, obviando el hecho de que el vacío ético de empatía hacia el otro, producto del actuar acaparador, es un producto de la lógica que adquieren las formas jurídicas para proteger la propiedad del capital (hablando desde la perspectiva de Marx).
En este sentido, Marx equipara la abierta esta disonancia con el fenómeno teológico-cristiano del fariseísmo, entendido como un actuar hipócrita, que se concentra en mostrar resultados exclusivamente desde la apariencia, sin considerar los temas de fondo: "El burgués se comporta ante las instituciones de su régimen como el judío ante la Ley: la burla siempre que puede, en todos y cada uno de los casos concretos, pero quiere que los demás se atengan a ella y la respeten. Si todos los burgueses, en masa y al mismo tiempo, burlasen las instituciones de la burguesía, dejarían de ser burgueses, actitud que a ellos, naturalmente, no se les ocurre adoptar y que en modo alguno depende de su voluntad. El burgués mujeriego burla el matrimonio y cae secretamente en el adulterio; el comerciante burla la institución de la propiedad, al despojar de sus bienes a otros por medio de la especulación, la bancarrota, etc.; el joven burgués se hace independiente de su familia en cuanto puede, declarando prácticamente abolida la familia con respecto a su persona; pero el matrimonio, la propiedad,la familia se mantienen teóricamente indemnes, pues son, prácticamente, los fundamentos sobre los que ha erigido su poder la burguesía, por ser, en su forma burguesa, las condiciones que hacen del burgués un burgués, exactamente lo mismo que la Ley, constantemente burlada, hace del judío religioso un judío religioso". 
Más allá del contenido antisemita de sus afirmaciones la crítica de Marx apunta a la conciencia burguesa, la conciencia detrás de las relaciones económicas en el marco del desenvolvimiento el capital. Y esto se refleja en algunas manifestaciones del caso chileno con la crisis moral generada en las prácticas del actual modelo económico. La falta de confianza social ha vuelto a sí misma, ha llegado a otro punto del eterno retorno para seguir su camino sin cesar hasta un nuevo estadio de manifestación dentro de la sociedad.
En otras palabras la actual crisis ética y moral que ha demostrado una parte del empresariado es un componente clave para la reproductibilidad del capital.Podríamos decir también que lo expuesto por Marx es el infinito malo planteado por Hegel, en el sentido de que "algo deviene un otro,pero lo otro es también un algo y deviene por consiguiente un otro, y así sucesivamente hacia lo infinito" (Aguilar 2013).
La crítica a la hipocresía del orden discursivo del liberalismo, que proclama sus intereses particulares como generales, abre camino al contenido negativo que tiene el concepto de ideología en Marx, a través de la dicotomía apariencia/esencia, entendida la primer como falsa conciencia, lo que también involucra el espectro ético-moral.

martes, 3 de marzo de 2015

Topocracia: el fenómeno que explica el actuar de las élites político-económicas

Un concepto político que no ha aparecido entre las reacciones a los últimos escándalos provenientes de la clase política chilena es el de topocracia, que consiste en un sistema donde el poder de los individuos está determinado por la posición que ocupa en una red de contactos, siendo opuesto al modelo meritocrático donde el desarrollo de los individuos está determinado por sus capacidades y méritos.
Lo cierto es que en un modelo topocrático, los individuos generan intercambios por las rutas más cortas, las que estructuran un sistema de compensaciones basado en el número de caminos más cortos, atajos que se realizan a través de una red de contactos cerrados, siendo lo opuesto a la compensación por contenidos que se genera en un modelo meritocrático.
Por tal motivo, los estudios de modelos matemáticos indican que la escasez y la estructura de redes de contacto son un límite para el desarrollo de la meritocracia en las sociedades.
¿Cómo identificar la genealogía de este fenómeno? El proceso histórico de Chile como Estado-nación se ha configurado pensando a partir de escasas redes de contacto en la sociedad, a excepción de las élites económico-políticas, lo que cobró mayor fuerza con la instauración de la oligarquía que capturó al Estado luego de la guerra civil de 1891 que ella misma provocó contra las reformas de Balmaceda. Esa base de administración de asuntos públicos se consolidó como cultura de Estado que con los años adquirió permitió la emergencia del fenómeno de la cooptación por parte de los sectores conservadores hacia los grupos políticos de centro izquierda que obtuvieron el gobierno entre 1939-1952.
Paralelamente la oligarquía reforzó un proceso de traslado a los gremios empresariales, desde los cuales se estructuraron los principales grupos económicos de carácter familiar, formando una estructura cerrada, cuya principal rasgo es el bajo nivel de confianza social. Esta autoreferencialidad después se abrió a otros grupos políticos surgidos luego de la dictadura militar de la derecha con las Fuerzas Armadas para consolidarse en el duopolio político que hegemoniza las decisiones públicas en el país.
La cultura política que se formó en torno a estos grupos sociales es uno de los factores que explican la falta de redes abiertas en el conjunto de la sociedad, abriendo una brecha estructural entre el mundo político (en el sentido weberiano) y el mundo civil que sale a la luz pública en los escándalos como los del Grupo Penta, en que se aprecia la red de contactos cerrados entre grupos económicos y la clase política, además del caso Caval, que demuestra también el uso de redes de contacto cerradas para que individuos obtengan compensaciones. El conflicto de interés es otro rasgo que identifica a la práctica topocrática.
La topocracia, que también podemos definir como el gobierno de redes de contacto, cuando son cerradas, se convierten en una barrera para el desarrollo de la cohesión social y también para el mismo desarrollo de la conectividad en pequeños actores económicos, como se infiere del escaso acceso de pequeños empresarios al tejido productivo-comercial en las redes económicas actuales, donde las compensaciones a estos actores son mínimas y, en algunos casos, nulas.
El rol de este tipo de conectividad en la actividad económica no le interesa a la clase política, que insiste en mantener hermética su propia red de contactos, alejando toda posibilidad al surgimiento de redes abiertas para dar espacio a la meritocracia, por lo que los individuos que presentan mayores contenidos de talento no pueden surgir debido a la barrera que le ponen dinámicas con escaso contenido de talento y alta conectividad para utilizar recursos económicos públicos y privados.