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miércoles, 11 de octubre de 2017

La Gaya Ciencia de Nietzsche: Profundizando la exploración para liberarse del absolutismo moral

La "Gaya Ciencia" es la obra que sigue a "Aurora" dentro de la trayectoria de Fiedrich Nietzsche. Aquí el termino de Gaya Ciencia es entendido como el saber de un espíritu libre, que se separa de los preceptos establecidos por el mundo a través de la religión, la moral y el convencionalismo de costumbres que se instala a partir de estos constructos.
La crítica a los imperativos kantianos es uno de los elementos que sale a flote en la Gaya Ciencia, especialmente mediante el ataque a lo que el mundo moderno derivado de la ilustración comprende bajo la figura del "debe": "Todos los hombres que necesitan las palabras y entonaciones más enérgicas, los gestos y las actitudes más elocuentes, para realizar una acción de una manera general, como los revolucionarios, los socialistas, los predicadores de penitencia, sean cristianos o no, y quienes no soportarían un éxito a medias, todos esos hombres, digo, hablan de "deberes", y siempre de deberes que tienen un carácter absoluto -so pena de no legitimar el gran phatos que les agita: eso lo saben muy bien. De este modo, recurren a las filosofías morales que predican cualquier imperativo categórico o bien se apropian de una parte de la religión".
Y es que, a jucio de Nietzsche, el imperativo moral entre los hombres opera a través del sometimiento, convirtiendo a los hombres en instrumentos de un orden moral que se manifiesta en doctrinas políticas, organizaciones religiosas y hasta en el poder económico. Es en el imperativo donde surgen formas de servilismo, de acuerdo al análisis nietzscheano, además de sentar las bases de un absolutismo en la forma de interrelacionarse, bajo el convencimiento de que "todos los demás deben juzgar lo mismo" que tiene dentro de sí al imperativo categórico.
El tipo de orden moral que construye el mundo establece convencionalismos de buenas palabras, de lo políticamente correcto, instaurando una moralidad estándar, superflua, en la cual el pensamiento crítico no tiene cabida y es calificado como algo anormal. Las virtudes que instala el mundo esconden las propias virtudes que tiene cada hombre en su interior, que tienden a ser invisibles. "Se califica de buenas las virtudes de un hombres, considerando no los efectos que ejercen en éste, sino los que creemos que ejercerán previsiblemente en nosotros y en la sociedad", plantea el filósofo alemán.
Es así como las virtudes que unos imponen sobre otros se transforman en valores establecidos, tienen un carácter funcional, para que el hombre las cumpla "dentro del todo". En este escenario de virtudes funcionales y visibles se esconden finalidades más profundas, que toman diversos sentimientos como por ejemplo el amor, el cual se transforma en un instrumento de dominio.
Según Nietzsche en el devenir práctico del amor se ha convertido en un impulso de apropiación y dominio, de acuerdo al constructo que ha realizado el mundo: "Pero donde se revela más claramente que el amor constituye un impulso a apropiarnos de un bien es en el amor sexual: el amante quiere poseer en exclusiva a la persona que desea, quiere ejercer un poder no menos exclusivo sobre su alma que sobre su cuerpo, quiere ser amado por esa persona con exclusión de cualquier otro, morar en ese alma y dominarla como si esto fuera para dicha persona su bien supremo y más deseable. Si consideramos que todo esto representa nada menos que privar al resto del mundo del disfrute de un bien y de una felicidad preciosa; que el amante trata de reducir al empobrecimiento y a la privación a todos los demás contendientes y que sólo aspira a convertirse en el dragón de su tesoro, en el conquistador, en el explotador más egoísta y falto de escrúpulos: y que, en fin, a los ojos del propio amante, el mundo entero resulta indiferente, descolorido y sin valor, y que está dispuesto a scrificarlo todo, a alterar no importa qué orden, a pisotear cualquier otro interés; nos asombraremos de que esta avidez y esta injusticia salvaje del amor sexual hayan podido ser ensalzadas y divinizadas hasta ese punto en todas las épocas, de que esta clase de amor se haya llegado a extraer incluso el concepto de amor como lo contrario al egoísmo, cuando se trata tal vez de la manifestación más desenfrenada de éste último". 
Otro ejemplo de cómo se instauran órdenes o regímenes morales que establecen lo que es bueno de lo malo, creando modelos estandarizados de lo aceptable o lo inaceptable, de lo normal y anormal, Nietzsche lo aprecia en lo que llama la "dignidad de la locura", donde señala que el resultado de tanta imposiciones ocurridas en las sociedades occidentales europeas del siglo XIX será la consolidación de una "cordura extrema", lo que le quita a esta misma su verdadero valor. "Sin duda será necesario obrar con cordura, pero esto será también algo tan ordinario, que un gusto más noble experimentará esa necesidad como una vulgaridad. Y del mismo modo que una tiranía de la verdad y de ciencia podría elevar la valoración de la mentira, una tirania de la cordura sería capaz de producir una nueva forma de nobleza. Ser noble podría significar entonces tener locuras en la cabeza".
El no cambiar las leyes nacidas de los hábitos y costumbres toma la forma de la razón para mantenerlas, lo que son llamadas por Nietzsche como "mentiras retrospectivas", las que son usadas por el conservadurismo ante el combate de las críticas que cuestionan la presencia de estas leyes. En estas dinámicas las pasiones se encuentran en un centro de constante enfrentamiento y conflicto, al ser uno de los ingredientes de las relaciones de dominio. La represión de las expresiones estas, de acuerdo a Nietzsche, produce un "salvajismo auténtico" que se manifiesta en la "incultura de las formas". Las pasiones siempre presionarán por salir a flote en todas las formas de expresion humana para enfrentarse a la exigencia de convencionalismo en lo pasional que se establece desde el dominio, siendo el lenguaje uno de los objetos de control de las pasiones.
En esta vorágine Nietzsche reafirma el valor del arte como filosofía que permite liberar fuerzas contra el dominio del convencionalismo moral que genera concepciones para mantener el mundo. Su ejemplo en la Gaya Ciencia es la poesía: "Los amantes de lo fantástico en el hombre, que son los mismos que defienden la doctrina de la moral instintiva, razonan de la siguiente forma: "Si admitimos que en todo tiempo se ha honrado lo útil como divinidad suprema, ¿de dónde ha surgido entonces la poesía, ese poner ritmo a la palabra, que dificulta en lugar de facilitar la comunicación y que no ha hecho sino extenderse por todos los lugares de la tierra y sigue haciéndolo, como un insulto a toda utilidad? Esa bella y agreste sinrazón de la poesía os refuta, utilitaristas. ¡Lo que precisamente ha elevado al hombre ha sido tratar de liberarse de lo útil, y lo que le ha inspirado la moral y el arte!".
La búsqueda de la alabanza es otro de los síntomas de la enfermedad provocada por las formas de conocimiento que nacen del convencionalismo del orden moral, por lo que Nietzsche plantea la antesala de su concepto de superhombre, adelantado en la figura de los filósofos, que se coloquen en la antípodas de la "tierra moral". "Cuando se considera cómo actúa en todo individuo una justificación filosófica integral de su forma de vivir y de pensar, al igual que un sol que calienta, bendice y fecunda, y que ese sol que no brilla más que para él, le exime de alabanza y de censura, le permite bastarse a sí mismo, le hace rico y generoso en felicidad y en benevolencia, tiene la virtud de convertir constantemente el mal en bien, consigue que florezcan y maduren todas las fuerzas, y extirpa la cizaña grande y pequeña del pesar y del despecho, cuando se considera todo eso, digo, no podemos sino exclamar con nostalgia: ¡Qué pena que no puedan crearse muchos soles así! ¡El malo, el desgraciado, el hombre excepcional deben tener también su filosofía, su derecho propio, su rayo de sol!".
El germen de la inversión de todos los valores propuestos por Nietzsche se advierte en esta obra. De lo que se trata es de revertir todos los valores de superficialidad que ha establecido la moral convencional que es fábrica que ha vaciado el verdadero contenido a las virtudes reales: el contenido del hombre en sí mismo. La visión antropocréntrica de Nietzsche con el vitalismo es que "el hombre llegue a estar contento de sí mismo" , siendo esta -a su juicio- la finalidad de la filosofía.
Dicha filosofía, mediante la inversión de los valores, Nietzche también la sintetiza con su advertencia a los predicadores de la moral: "Si pretendéis que las mejores condiciones y cosas pierdan totalmente su honor y su valor, ¡seguid como hasta ahora con ellas en la boca todo el día! Ponedlas en el escaparate de vuestra moral y no hablad de la mañana a la noche más que de la felicidad de la virtud, de la tranquilidad del alma, de la justicia inmanente y de la equidad; tal como lo hacéis, todas estas cosas buenas acabarán teniendo la popularidad y la publicidad de la calle; pero desde ese momento se habrá gastado todo su oro: más aún, todo el oro que contienen se convertirá en plomo. A decir verdad, os habéis convertido en maestros de lo contrario a la alquimia; ¡en la devaluación de lo más preciado que existe! Probad por una vez otra estrategia, para no conseguir lo contrario de lo que pretendéis: negad estas cosas excelentes, evitadles los aplausos del populacho y el carácter de moneda corriente, haced que sean nuevamente motivo de pudor íntimo de ciertas almas solitarias, decid: ¡la moral es algo prohibido! Tal vez captéis así a esa clase de hombres -me refiero a los héroes- que es la única que importa a vuestra causa. Pero para eso es preciso que dicha causa tenga algo de terrible, y no, como hasta ahora, ¡algo que inspira asco! ¿No podría decirse hoy respecto a la moral aquello del maestro Eckhart: "Pido a Dios que me libre de Dios?".
La aspiración de dejar de moralizar a la moral, seccionarla entre lo bueno y lo malo, lo acertado y lo erróneo, lo útil y lo inútil, a partir de lo cual se establece una idea de lo que el mundo entiende por justicia, Nietzsche la une con un nuevo deseo de vivir, cuyo centro es la experimentación, que brota de un "pensamiento liberador", el cual busca conocimiento y no concibe la vida como un deber, una fatalidad ni como un engaño.
La depuración de los valores y opiniones se establece como codición para superar "el valor moral de nuestros actos". ¡Emitir juicios en nombre de la moral debe ser ya algo contrario a nuestro gusto! ¡Dejemos esa palabrería a quienes no tienen otra cosa que prolongar el pasado a través del tiempo, a quienes nunca representan el presente! -¡que son la mayoría! Pero nosotros queremos llegar a ser lo que somos -¡los nuevos, los únicos, los incomparables, los que legislamos para nosotros mismos, los que nos creamos a nosotros mismos!".
La forma de entender a la ciencia en la modernidad también es objeto de crítica de Nietzsche, quien advierte la semejanza que tiene considerar a la ciencia como una verdad superior al hombre mismo, que se instala por sobre todo. "Algunos siguen necesitando la metafísica; pero está también ese impetuoso deseo de certeza que hoy estalla en las masas, bajo la forma científico-positivista, ese deseo de querer poseer algo absolutamente estable (mientras que con el calor de ese deseo preocupa muy poco contar con argumentos propios para fundar la certeza); todo esto manifiesta igualmente la necesidad de apoyo, de sostén, de ese instinto de debilidad, en suma, que, a decir verdad, no crea las religiones, las metafísicas, las convicciones de todas clases, pero las conserva".
Todo aquello con fines absolutos se convierte en un régimen de sujeción del espíritu humano, por lo que la gaya ciencia de nietzsche es una forma de conocimiento que huye de los encasilamientos estándar de un conocimiento unificado que deja sumergido a la complejidad de la creación humana. El conocimiento anclado en la creencia moral de nuestros tiempos es lo que desea desatar la gaya ciencia. Y aquí el papel de la filosofía es no volverse en científica para interpretar al mundo, pues un mundo mecánico es un mundo absurdo, sentencia el filósofo alemán. El ideal del nuevo conocimiento que nace de una nueva forma de ser, lo que Nietzsche llama "la gran salud" no es más que burlarse "de todo lo que hoy se consideraba sagrado,  bueno, intangible, divino: para quin las cosas supremas en las que el pueblo basa con justo título sus criterios de valor, no significarán más que peligro, decadencia, rebajamiento o, por lo menos, descanso, ceguera y a veces olvido de uno mismo; el ideal de un bienestar y de una benevolencia que siendo sobrehumano parecerá muy a menudo inhumano".
Este es el blanco de la gaya ciencia: convertir lo que la sociedad y la cultura moderna, globalizadora, entiende como sobrehumano en algo inhumano, para que así lo sobrehumano se desenvuelva a través de la gran salud de los "argonautas de lo ideal".

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