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jueves, 12 de septiembre de 2024

Causas de las desigualdades: la economía justa desde la mirada de James Edward Meade

James Edward Meade, en su obra "La Economía Justa" entrega más de un aporte a la discusión en torno a la distribución de la renta, abordando la perspectiva de los objetivos de la política económica, las comparaciones interpersonales de utilidad, la distinción entre eficiencia y distribución, cambios demográficos y la distribución en el tiempo, entre otros elementos.
El economista en este trabajo señala que no existe una única medida cuantitativa en el grado de desigualdad de la sociedad cuando se aborda el tema de los objetivos distribuitivos y la relación de dependencia entre la eficiencia y la distribución de la riqueza, por lo que busca establecer mediciones y pautas de la desigualdad, como lo son el coeficiente de la desviación de la renta, el coeficiente Gini y el derroche distributivo. 
Esta última medida la reconoce como una expresión de ineficiencia, en que la distribución de la renta es menor óptima, como sucedió -por ejemplo- en el esquema económico de Chile entre 1891-1925, proveniente de la renta salitrera, en que los niveles de consumo no productivo superaron con creces a los niveles de inversión de capital fijo, para ampliar y diversificar el aparato productivo de este periodo.
La falta de competencia también incide en la eficiencia de un sistema económico y en el nivel de conflictividad con que enfrenta a la distribución de la renta o del ingreso, especialmente si los resultados del proceso competitivo entrega retribuciones elevadas a un grupos y retribuciones bajas a otros, por lo que plantea como condición el que los ciudadanos partan con la misma dotación de factores productivos o que tengan una movilidad completa de los factores de producción, para avanzar desde actividades de bajo rendimiento hacia otras con alto rendimiento y así lograr una mayor perfeccionamiento competitivo de la economía, lo que tampoco tiene una correspondencia con la historia económica de Chile, donde -inclusive- la apertura de la economía y el desarrollo del mercado, de los últimos 50 años, solo ha mostrado resultados positivos marginales en términos de movilidad de una actividad a otra.
Luego de repasar las medidas y pautas de la desigualdad, Meade se centra en "las fuerzas presentes en la sociedad cuasantes de las desigualdades de la renta y riqueza", apuntando a las relaciones intergeneracionales, intertemporales y de la estructura de clases, con sus respectivos mecanismos por lo que se desarrollan y reproducen las desigualdades, tomando un carácter estructural.
En las relaciones intergeneracionales, el concepto de dotaciones de factores iniciales en Meade hace referencia a cuatro pilares: composición genética; herencia de propiedad; educación y formación; y contactos sociales. Estos dos últimos elementos se relacionan más estrechamente con el fenómeno social de la formación y reproducción de élites que van copando el campo económico y sus circuitos productivo-comerciales.
"La educación cubre obviamente la educación formal de un individuo y su adiestramiento en la escuela, universidad o institución similar. Los contactos sociales cubren el abanico de conocidos de un ciudadano, quienes, a través de su rama específica de la red de antiguos amigos, pueden proporcionarle o no proporcionarle un buen empleo u ofrecerle una oportunidad de inversión favorable", señala el economistas, quien también aclara que estos no son los únicos factores a tomar en cuenta, pues también en su análisis -por ejemplo- incluye a la buena o mal fortuna, que son dadas por el ambiente de crecimiento que experimentan las personas. 
La composición de genes, renta, propiedad y contactos sociales en los individuos pueden ser debido a herencia de origenes familiares, como muchas élites económicas, políticas y sociales en América Latina o en otras regiones del mundo, o por el propio desarrollo económico y social, que es un fenómeno que se produce cuando se amplia la base económica, producto del crecimiento de los factores de producción.
Meade se concentra en el matrimonio selectivo, señalando que el primero es un factor igualador respecto a la herencia de las dotaciones: "(...)la selección del compañero de boda puede ayudar a fortalecer la correlación entre los distintos elementos de dotación, es decir, puede ayudar a que se combinen buenos genees, buenos contactos sociales, buena educación y riqueza".
De acuerdo con su análisis, el matrimonio selectivo tiende a incrementar la desigualdad, a diferencia de los matrimonios aleatorios, aunque el autor aclara la importancia de siempre considerar las interconexiones que tienen las dotaciones de factores iniciales.
"Una mayor movilidad social conduce a mayor igualdad de oportunidades: el hombre o la mujer capacitado de una clase social menos afortunada cuenta con una oportunidad más igual respecto a un miembro de una clase más afortunada de obtención de un buen puesto. En la medida que las cdotaciones básicas sean iguales y que las desigualdades sólo se hayan mantenido en la sociedad a través de rigideces sociales irrelevantes, que implican desigualdades de oportunidad para gente que cuenta básicamente con las mismas dotaciones, una mayor movilidad social conducirá en último término a mayor igualdad de renta y patrimonio", sostiene el economista. Pero también advierte que la mayor movilidad social también puede provocar un concentramiento de los matrimonios selectivos, lo que termina impactando en los niveles de desigualdad. Es por eso que el autor recuerda que el aumento o la disminución de la desigualdad descansa en el grado de diferenciación que exista en las dotaciones básicas de capacidad que tengan los individuos.
Posteriormente, el economista revisa la acumulación y herencia de la propiedad, señalando el efecto que tiene las leyes y las costumbres."El que los padres distribuyan su patrimonio entre sus hijos, parcialmente, durante su vida, o que retengan su patrimonio intacto hasta su muerte, puede verse afectado por políticas gubernamentales (por ejemplo, diferencias en los tipos de los impuestos sobre las donaciones y sobre las sucesiones hereditarias) y también por las costumbres y las convenciones sociales", afirma. Este fenómeno descrito lleva al análisis de los factores demográficos en la distribución de la propiedad entre ancianos y jóvenes.
A su juicio, los factores demográficos tienen incidencia en la distribución de la riqueza entre clases sociales, especialmente si las tasas de fecundidad son más altas en los grupos desafortunados que en los afortunados, lo que acarrea una mayor dependencia entre los miembros de las familias que pertenecen a los grupos desafortunados, junto a una reducción del promedio de los patrimonios poseídos, al repartirse entre un mayor número de hijos, impactando en el aumento de la desigualdad en los niveles reales de vida.
Meade termina la obra con una descripción de las políticas redistribuitivas para acercar la distribución de la renta y de la propiedad con la distribución deseada, donde asigna un papel importante a los "elaboradores políticos", reconociendo que estas opciones tienen un impacto en la eficiencia del sistema económico.
De todos modos, plantea un catálogo de ocho formulaciones de políticas redistributivas, en que se destaca la promoción de las condiciones de competitividad, la regulación de precios y cantidades específicos, la provisión pública de bienes sociales, la redistribución de la propiedad privada, la socialización de la propiedad, medidas para el control de los ahorros, medidas para el control del crecimiento de la población y la retribución directa de las rentas personales.
El autor reconoce que estas medidas tienen efectos en la eficiencia económica, detallando que estos ocho tipos de política redistributiva deben considerar varios factores para su combinación, como el establecimiento de un nivel deseable en la distribución de la renta y de la propiedad o la determinación del peso de los objetivos redistributivos con la eficiencia y la libertad económica. En otras palabras, encontrar un adecuado equilibrio entre estas fórmulas redistributivas con una economía abierta es lo que entrega mayores posibilidades de enfrentar el diagnóstico de Meade expuesto más arriba, razón por la cual es prioritario un análisis acabado de las causas de las desigualdades.
Estudiar el desarrollo de una economía mixta en este sentido es la principal posibilidad que advertimos del trabajo del economista británico.