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lunes, 7 de febrero de 2011

El problema de concentrar el crecimiento económico en bienes no transables sin una estrategia definida

Transportes, construcción y comercio han sido los tractores que han tirado hacia adelante el crecimiento económico del año pasado a un 5,2%, con lo que se puede decir que nuestro ciclo productivo y de servicios se concentró fuertemente en los sectores no transables: Aquellos bienes que solamente pueden consumirse dentro de la economía que los produce, los cuales no pueden importarse ni exportarse (también se incluye el turismo y el marketing).
Efectivamente, la demanda interna registrada en nuestro país el año pasado batió todos los récords, siendo el motor después de la desaceleración, con aumento superiores al 10% en construcción y al 17% en comercio. Este incremento permitió amortiguar el baja en el precios de las exportaciones, especialmente en commodities como el cobre, molibdeno, celulosa y productos agroindustriales.
El problema es que la estrategia enfocada a la exportación de productos de bajo valor agregado recarga de consumo interno a una estructura de mercado aún caracterizada por fallas distorsionadoras como la alta tasa de informalidad; bajos salarios por el déficit en la calificación laboral –especialmente técnica-, y la tendencia a la concentración en ciertos sectores (supermercados, farmacias y retail, entre otros). Inevitablemente, una fuerte inclinación a los bienes no transables como parte del crecimiento conlleva un sobrecalentamiento en el consumo que, tarde o temprano, se expresa en un aumento de la inflación y, por ende, en el costo de la vida.
El escenario internacional de interminable demanda por parte de economías emergentes como China, India, Rusia y Brasil promete no cambiar la balanza hacia los sectores transables, debido a que el nivel de requerimiento de materias primas por parte de los dos primeros mercados produce una presión al alza en el precio de los commodities que, a su vez, mantendrán bajo el nivel del dólar.
¿No sería, entonces, una oportunidad para importar bienes de capital de alta tecnología para destinarlos a la producción de mayor valor agregado hacia los mercados externos? La pregunta es compleja viendo que uno de los principales frenos a esta eventual situación la pone el propio Estado, a través de su política fiscal, pues las autoridades económicas no dudan en elevar las tasas de interés a fin de ponerle freno al consumo y así evitar que el sobrecalentamiento se transforme en una inflación incontrolable.
Asistimos, por lo tanto, a dos problemas: una situación de dinamismo congelador que impide a la industria local pasar a la eterna aspiración de la segunda etapa de exportaciones de mayor valor agregado que genera los consiguientes efectos sociales: baja calificación del capital humano y un aumento en el costo de la vida, en un contexto de bajos salarios y de amortizadores fiscales insuficientes para l funcionamiento pleno de un sistema de seguridad social.
No son pocos los economistas que advierten que la actual apreciación del peso, que inclina la balanza hacia los bienes no transables, deba ser acompañada de reformas estructurales que aumenten la productividad a través de la elaboración de productos con mayor tecnología, además de intervenir en otras áreas como la industria de la propiedad intelectual, promover la calificación dentro del mercado laboral y enfocarse a la inversión energéticas, diversificando las matriz existente.
Como vemos, del sombrero del mago, representado en la inclinación de la economía local en los sectores no transables, se puede sacar más de un conejo. El Estado es el principal encargado de orientar esta estrategia, sin dejar que el sector privado sea un mero receptor de sus subsidios, sino todo lo contrario: debe desarrollar sus propias estrategias en sintonía con la política pública

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