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martes, 3 de marzo de 2015

Topocracia: el fenómeno que explica el actuar de las élites político-económicas

Un concepto político que no ha aparecido entre las reacciones a los últimos escándalos provenientes de la clase política chilena es el de topocracia, que consiste en un sistema donde el poder de los individuos está determinado por la posición que ocupa en una red de contactos, siendo opuesto al modelo meritocrático donde el desarrollo de los individuos está determinado por sus capacidades y méritos.
Lo cierto es que en un modelo topocrático, los individuos generan intercambios por las rutas más cortas, las que estructuran un sistema de compensaciones basado en el número de caminos más cortos, atajos que se realizan a través de una red de contactos cerrados, siendo lo opuesto a la compensación por contenidos que se genera en un modelo meritocrático.
Por tal motivo, los estudios de modelos matemáticos indican que la escasez y la estructura de redes de contacto son un límite para el desarrollo de la meritocracia en las sociedades.
¿Cómo identificar la genealogía de este fenómeno? El proceso histórico de Chile como Estado-nación se ha configurado pensando a partir de escasas redes de contacto en la sociedad, a excepción de las élites económico-políticas, lo que cobró mayor fuerza con la instauración de la oligarquía que capturó al Estado luego de la guerra civil de 1891 que ella misma provocó contra las reformas de Balmaceda. Esa base de administración de asuntos públicos se consolidó como cultura de Estado que con los años adquirió permitió la emergencia del fenómeno de la cooptación por parte de los sectores conservadores hacia los grupos políticos de centro izquierda que obtuvieron el gobierno entre 1939-1952.
Paralelamente la oligarquía reforzó un proceso de traslado a los gremios empresariales, desde los cuales se estructuraron los principales grupos económicos de carácter familiar, formando una estructura cerrada, cuya principal rasgo es el bajo nivel de confianza social. Esta autoreferencialidad después se abrió a otros grupos políticos surgidos luego de la dictadura militar de la derecha con las Fuerzas Armadas para consolidarse en el duopolio político que hegemoniza las decisiones públicas en el país.
La cultura política que se formó en torno a estos grupos sociales es uno de los factores que explican la falta de redes abiertas en el conjunto de la sociedad, abriendo una brecha estructural entre el mundo político (en el sentido weberiano) y el mundo civil que sale a la luz pública en los escándalos como los del Grupo Penta, en que se aprecia la red de contactos cerrados entre grupos económicos y la clase política, además del caso Caval, que demuestra también el uso de redes de contacto cerradas para que individuos obtengan compensaciones. El conflicto de interés es otro rasgo que identifica a la práctica topocrática.
La topocracia, que también podemos definir como el gobierno de redes de contacto, cuando son cerradas, se convierten en una barrera para el desarrollo de la cohesión social y también para el mismo desarrollo de la conectividad en pequeños actores económicos, como se infiere del escaso acceso de pequeños empresarios al tejido productivo-comercial en las redes económicas actuales, donde las compensaciones a estos actores son mínimas y, en algunos casos, nulas.
El rol de este tipo de conectividad en la actividad económica no le interesa a la clase política, que insiste en mantener hermética su propia red de contactos, alejando toda posibilidad al surgimiento de redes abiertas para dar espacio a la meritocracia, por lo que los individuos que presentan mayores contenidos de talento no pueden surgir debido a la barrera que le ponen dinámicas con escaso contenido de talento y alta conectividad para utilizar recursos económicos públicos y privados.

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