La cooptación es un recurrente fenómeno que se desenvuelve
en los sistemas políticos y de poder, generado desde la clase dominante en la
sociedad en un período histórico determinado. Responde a una estrategia de
negociación política para disminuir el conflicto al interior de la clase
dirigente, además de ser una herramienta de control político que es funcional a
la oligarquización.
Esteban Valenzuela en el trabajo "Aproximación al
concepto de cooptación política: la maquinaria presicrática y sus formas"
plantea que la cooptación, "desde su concepción politológica, tiene que
ver con control y la repartición de rentas menores, evitando la autonomía y el
poder de otro distinto al poder central omnipotente".
Por su parte, Philip Selznick define a la cooptación como “el
proceso de absorber nuevos elementos en la cúpula directiva o estructura
dirigente de una organización como medio para evitar las amenazas a su
estabilidad o existencia”.
Dos son los momentos históricos del sistema político chileno
en que es posible identificar la práctica de una estrategia de cooptación y que
se aplicó desde la derecha política, representadas por el bipolarismo del
Partido Conservador y del Partido Liberal, hacia las fuerzas políticas de
centro izquierda que administraban el Estado. La primera se registró durante
los gobiernos del Frente Popular, representado por el Partido Radical, el
Partido Socialista y el Partido Comunista.
Sofía Correa Sutil es uno de los primeros historiadores que
trabajan el concepto de la cooptación para explicar las relaciones de poder en
el Estado y el sistema político en el Chile del siglo XX. En su obra “Con las riendas del poder: La
derecha chilena en el siglo XX” la académica sostiene que “la negociación y la
cooptación comenzaron a prevalecer en las estrategias políticas de la derecha
desde 1941”, enfocándose a negociaciones con el radicalismo que influyeron en
la elección de Juan Antonio Ríos y Gabriel Gonzáles Videla con los votos de los
radicales, siendo una antesala a un proceso de transferencia ideológica, que
está siempre presente detrás del fenómeno de la cooptación política.
“La flexibilidad que mostró la derecha y sus “cantos de
sirena”, lograron penetrar la alianza de centro izquierda para convertirla en
una combinación que a los pocos años integraba a los liberales y que, además,
terminaba deshaciéndose de quien la derecha percibía como su más feroz y tenaz
enemigo, el Partido Comunista”, indica Correa Sutil
La facilitación o allanamiento de esta estrategia también se
vio impulsada por concordancias ideológico-sociales. “La atracción que la
derecha ejerció al interior de la combinación de centro izquierda fue
facilitada por el carácter del Partido Radical que se identificaba con los
sectores medios. (…) junto a la capacidad de cooptación que desplegó la derecha
para atraer a los políticos reformistas, su cuantioso poder parlamentario le
permitió negociar las iniciativas de centro-izquierda, pudiendo así neutralizar
las políticas que le eran adversas. De este modo, las propuestas más
reformistas no llegaron a amenazar a las fuentes del poder de la derecha, ni en
la agricultura, ni en la banca, el comercio o la industria. En suma, la fuente
principal del poder político de la derecha estaba radicado en el Congreso
Nacional”, agrega Correa Sutil.
Ingrediente fundamental en las dinámicas de cooptación es la
presencia de un empresariado extremadamente ideologizado con las formas de vida
históricas que desarrolla históricamente en determinadas sociedades. En el caso
chileno en la década de los 40 del siglo pasado los integrantes de los
directorios de las asociaciones gremiales del empresariado influyeron en las
empresas controladas por el Estado para no producir desequilibrios en las
relaciones sociales de producción.
Este fenómeno es identificado por Genaro Arriagada como la
emergencia de la “oligarquía patronal chilena” formada por los miembros y
descendientes de la oligarquía del siglo XX, los cuales una vez debilitado el
poder estatal que acumularon en la fase del parlamentarismo pasaron a
replegarse en las organizaciones gremiales productivas más tradicionales como
la Sociedad Nacional de Agricultura; la Sociedad Nacional de Minería; Sociedad
de Fomento Fabril; Cámara Nacional de Comercio, Cámara Chilena de la
Construcción y la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras”, instancias
desde las cuales sistematizaron la defensa de sus intereses sectoriales en la
institucionalidad vigente de la época.
Como si fuera la manifestación de la doctrina del eterno
retorno de Nietzsche un proceso similar de cooptación se produjo cuarenta años
después en el sistema político chileno, en la transición de la dictadura
militar a los gobiernos de centro izquierda que se instalaron en 1990. En este
caso, una forma que tomó la cooptación se concentró con fuerza en el campo
económico, especialmente con la llegada de ex ministro de Estado o directivos
de organismos públicos pertenecientes a los partidos de la Concertación al
sector privado, ya sean empresas y nuevas organizaciones gremiales. Este hecho
es clave si se comprende que los puestos que tuvieron en el Estado les permitieron
llegar con informaciones estratégicas para el sector privado. Los reguladores
pasaron al bando de los regulados reduciéndose las brechas de información en
temas atingentes a la regulación de ciertos sectores económicos. En otras
palabras este tipo de control detrás de la cooptación de los años noventa
reforzó la relación del rol de subsidiariedad del Estado con la economía de
mercado y, por ende, del poder hegemónico establecido en Chile.
Por su lado, las negociaciones políticas que se instauraron
bajo la “democracia de los acuerdos” también fue una expresión de cooptación
que aprobó ciertas aperturas regulatorias de carácter reformista, pero sin
tocar estructuralmente al armado institucional realizado por la derecha en los
años 80, bajo la tutela de las Fuerzas Armadas. Al mismo tiempo, se sentaron
las bases de lo que sería la relación entre el sistema de partidos y al
empresariado, debido a la presencia de militantes de los partidos de
centro-izquierda en los territorios del empresariado, los cuales estaban
reservados a los miembros de derecha política y económica hasta antes de 1990.
Es posible identificar también el concepto de
“transformismo” –acuñado por Tomás Moulian en 1997-, entendido como la
mantención de la institucionalidad económica, política y social de los noventa
bajo la administración “democrática”. De este modo, el gatopardismo que
identifica Moulian en esa época como el que todo cambia para seguir igual,
tiene una relación estrecha con la cooptación.
En esta línea Esteban Valenzuela señala que la cooptación es
la antesala de un “poder abusivo-controlador”, en que se “busca efectuar
cambios en la forma de implementar políticas, en el desempeño del liderazgo o
básicamente en su estructura política, insertando en una elite dirigente,
elementos que permitan mantener la legitimidad de un régimen”.
Justamente este proceso es el que afecta a la coalición hegemónica de la centro izquierda desde 1990 hasta la actualidad, debido a la infiltración del medio institucional del empresariado en el Estado para generar cambios en sus políticas.
Justamente este proceso es el que afecta a la coalición hegemónica de la centro izquierda desde 1990 hasta la actualidad, debido a la infiltración del medio institucional del empresariado en el Estado para generar cambios en sus políticas.
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