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sábado, 24 de septiembre de 2016

El riesgo de la reproductibilidad técnica del "copy-paste" en el debate de ideas por las redes sociales

Las redes sociales en internet plantea un conjunto de problemáticas que en su momento fueron analizadas por la llamada filosofía social durante el siglo XX, desde Nietzsche hasta la escuela de Frankfurt, muchas de la cuales se basaron en el concepto de la alienación del hombre consigo mismo en el contexto de la lógica reproductiva del capital y de la fuerza de trabajo.
Una red social es un espacio de opinión pública, de deliberación y comunicación política y de discusión sobre los asuntos públicos, siendo una oportunidad para el ejercicio reflexivo de cada persona, aunque es inevitable la tentación de reproductibilidad técnica que plantea el constante flujo de información circulante y que genera un mera repetición mecánica de datos que, en muchos casos, terminan desvirtuando estos espacios de intersubjetividad mediante la desinformación.
En este sentido, la herramienta del copy-paste (copiar y pegar) se ha convertido en una suerte de extensión de la lógica de reproductibilidad técnica de la producción industrial, definida como un proceso de reproducción de una obra de creación humana que se masifica. Uno de los efectos de este proceso es que tiende a someter la reflexión propia a un segundo plano, terminando con el aura que menciona Walter Benjamín en su clásico ensayo sobre la reproductibilidad de la obra de arte, el que se puede concebir como el conocimiento que nace de la reflexión propia, entendido como una práctica libertaria que no teme a estar equivocado a no, en tanto refleje la deliberación personal.
El punto es que, siguiendo a Benjamín, no se puede desconocer que la reproducción técnica se "impone interminentemente en la historia, a empellones muy distantes unos de otros, pero con intensidad creciente", por lo que siempre encuentra procedimientos para la reproductibilidad técnica, los cuales también se concentran en la escritura que, en este caso, se ofrece en el espacio público de las redes sociales de internet.
La noción de reflexión propia tiene una equivalencia histórica a que era la producción del artesanado antes de que se sistematizara la lógica de producción industrial, de carácter seriada y de control de la reproductibilidad, siendo de vital importancia para una economía del conocimiento, en que circulan libremente las ideas dentro de un espacio público. El mayor valor agregado se encuentra en la capacidad propia de elaborar ideas y sistematizarlas en conocimiento, como un tipo de producción artesanal hecha por las mismas manos del individuo.
Y es que por más válida y legítima que sea la decisión de copiar ideas, frases, sentencias y otras formas expresivas, esto supone la realización de una actividad técnica de repetición que limita la creación de conocimiento a partir de la reflexión propia, por lo que plantea el riesgo implícito del dominio de la discusión libre: la reproducción de las ideas de otros se convierte en un instrumento que puede llegar a la saturación, con un copia y pega que se vuelve inconsciente, como una aplicación más dentro del mundo de las redes sociales electrónicas. En este sentido la apelación al compartir se transforma en una invitación a una reproductibilidad técnica que esconde la capacidad propia de elaborar ideas y ampliar las discusiones.
Sin duda que también existen alternativas para que este objeto de análisis no se confunda con el objetivo de no compartir otras publicaciones. Una opción es aplicar la hermenéutica, la carga interpretativa a las ideas que se comparten por las redes sociales, pues eso abre nuevos espacios para el debate, demostrando que no sólo es un proceso de reproducción de conocimientos ajenos.
Axel Honneth, uno de los últimos exponentes actuales de la Escuela de Frankfurt acertadamente menciona la influencia de Hannah Arendt respecto a que el predominio de la realización de acciones instrumentales amenaza con extinguir la esfera de la acción comunicativa. 
No se trata de sostener la obligación de solamente escribir reflexiones propias ni de instalar un cuestionamiento moral a la opción de reproducir los escritos de terceros, sino que se trata de una recomendación a concentrarse en el espacio de la propia creación, de doblarle la mano a la lógica de reproducción industrial que subsume a la autenticidad, entendida (como lo indica Benjamín) como una "autoridad plena", lo que es clave a la hora de la discusión política en espacios públicos (las redes sociales) como una forma de superar conflictos sociales, según la visión de Jurgen Habermas, a través de las tareas de crítica y control "que el público de los ciudadanos de un estado ejercen de manera informal frente al dominio estatalmente organizado".
En la autenticidad de la reflexión propia se aleja la apariencia, aunque está en grado de dar el primer paso mediante la comunicación de contenidos de terceros, en tanto representa una toma de posición en torno a una idea. La autencididad en este sentido supone profundizar esa postura con interpretaciones propias. Significa también desmarcarse de la opción del "copiar y pegar", reduciéndolo a una referencia mínima con la cual se elabora la argumentación propia, con la cual se da lugar a una práctica comunicativas con un valor agregado, con una personalidad particularizada que se plantea en el mundo, o en los "muros" de las relaciones sociales. Esta dinámica Habermas la explica de este modo: "la calidad de una opinión pública, en cuanto medible por las propiedades procedimentales de su proceso de producción, es una magnitud empírica".
La propiedad procedimental para el proceso de producción de opiniones, a nuestro juicio, es la autenticidad, la cual es el elemento que entrega calidad a la opinión pública a la hora de generar ideas en el espacio público de las redes sociales, al menos en quienes muestran la intencionalidad de hacerlo con reflexiones propias que incitan a una reproducción del debate sin recurrir a la reproductibilidad mecánica del copy-paste.

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