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domingo, 13 de mayo de 2018

Durkheim y la certidumbre como construcción conceptual en el campo económico

La certidumbre se ha transformado en uno de los tantos conceptos manipulados por la lógica de dominio en el campo de las economía política. Es construida desde el un poder institucionalizado como una idea asociada directamente a la estabilidad y al orden de las cosas, especialmente en lo que es la circulación de bienes y servicios (reales y simbólicos), en el acceso a la oferta y demanda dentro de la sociedad, además de las relaciones de verticalidad que ello implica.
De ahí que este concepto haya adquirido una relevancia estratégica en el discurso político-económico, capaz de influir en la caída y levantamiento de gobiernos. Y es que con la mención de la palabra certidumbre se le entrega una dosis de seguridad a la cadena de valor que promete a toda la sociedad el aparato productivo: Con certidumbre hay inversión, producción, venta, trabajo, ingreso, consumo, estatus y satisfacción. Un ingrediente del discurso que posiciona la certidumbre como factor de dominio es el mantra de que "los agentes económicos deben tener certeza para invertir y así producir riqueza". En otras palabras, la recurrencia a la certidumbre se opone a la incertidumbre dentro de la sociedad. Sin certidumbre en la economía se abre la puerta al caos. Esta es la consigna.
La certidumbre tiene un rol mesiánico constante en la cultura del hombre moderno (y post sí también lo quiere llamar así). Su otro lado del espejo es la in-certidumbre, lo que refleja lo contrario: la inestabilidad, lo que no se permitir prometer, lo desconocido. La falta de incertidumbre equivale a la pobreza, a la carencia, a la falta de acceso al circuito del ingreso, del consumo, la satisfacción y la realización.
La certidumbre gusta al poder porque posibilita el dominio. Emile Durkheim la menciona como "el estado en el cual se encuentra el sujeto cuando se cree en posesión de la verdad". Por ello la razón moderna aprecia tanto recurrir a este concepto como parte de su legitimación, debido a que otorga una aparente idea de objetividad, de algo real que no se puede negar. Para vivir en la certidumbre se requiere de un orden económico dogmático, establecido como verdad absoluta, algo muy propio de la herencia del racionalismo de la ilustración: O se acepta el modelo actual de economía o se acepta la incertidumbre, a la cual se la direcciona hacia otras propuestas de organización de la economía política y de la sociedad.
En uno de sus apéndices a su obra sobre "Pragmatismo y Sociología", Durkheim advierte que la certidumbre no es objetiva, sino que todo lo contrario puesto que "el sujeto mismo no sabe cuándo está en posesión de la verdad. Se engaña sobre su propia creencia: puede creerse cierto mientras que no lo está; puede creer que todavía vacila, mientras que en realidad está ya decidido".
El instalar la idea de la certidumbre busca allanar el camino hacia la acción. En el caso del discurso de la economía política se trata de que los individuos se movilicen concretamente en pos de objetivos personales relacionados con la producción y el trabajo. El paradigma económico supone que la certidumbre sea asociada con la verdad, para lo cual requiere que se entienda como seguridad y, por ende estabilidad. "Si el sujeto no está seguro en el momento de traducir su certidumbre en acción, vacila. Al contrario, si está verdaderamente seguro, actúa en conformidad con la idea que acepta como verdadera. La fe que retrocede frente al acto, no es una verdadera fe", señala Durkheim.
La acción en el hombre tienen diferentes formas, no es un absoluto, sino que tiene una gradualidad, que se moviliza en función de una representación que, en este caso, es la adaptación a un aparato económico de trabajo, producción y consumo, los cuales son mediados por un sistema simbólico, de signos discursivos que catapultan al concepto de certidumbre como uno de los bienes simbólicos supremos del quehacer económico. En la certidumbre es un concepto que se representa la seguridad al dominio, utilizando la idea de que es algo que se puede comprobar como evidente dentro del campo económico.
Nada más real que la producción y en ese marco entra la certidumbre como un concepto representado, que expresan "estados dados", además de expresar estados a realizar, que impulsan a la acción. La certidumbre es practica y teórica. Si se plantea de esta última forma queda circulando a través de los sistemas simbólicos que representan los discursos, pero esta instancia es un incentivo a pasar a una certidumbre práctica que llama a la acción, en caso de que el orden económico se vea amenazado por potenciales cambios a su modo de operar. Es así como se busca asegurar la certidumbre realzando las amenazas de incertidumbre presentes en otros discursos que no logran instalarse como certidumbres.
Durkheim indica que la certidumbre es causada por la evidencia, por la razón moderna, la cual se ha extendido al campo económico cuando este lograr instaurarse como un orden hegemónico, dominante, como un paradigma, un modelo institucionalizado. "Es ese principio que encadena el espíritu", afirma el pensador francés, por lo que deja entrever que el carácter de la certidumbre no solamente es voluntario, sino que también es impuesto al sujeto.
Esta variabilidad de la certidumbre implica un relativismo de la verdad que es impuesto históricamente. "No somos libres en la certidumbre: nos sentimos constreñidos a adherir a la verdad", sostiene Durkheim, en tanto "debe ser compartida por todos los hombres". Entonces, la verdad de la razón económica es la que nos impone asociar a la certidumbre como un ingrediente fundamental del orden económico y productivo. Plantear lo contrario despierta el fantasma de la no certidumbre, de la no seguridad. La certidumbre es más un elemento necesario en la colectividad de individuos que viven en torno a la economía política, se relaciona con la sensatez de optar por la certidumbre del andamiaje económico. La certidumbre también es un acto moral en el sentido de que es considerada como algo bueno para el orden económico y, por ende, para la sociedad. Si beneficia a la mayor cantidad de individuos, la certidumbre es la adecuada, es la buena opción, por lo que podemos encontrar una relación directa de esta como soporte del utilitarismo económico.
El individuo en un acto moral acepta este contenido de la certidumbre que se impone como la necesidad de tener seguridad y estabilidad en el orden económico, lo que para Durkheim significa la existencia de una autoridad que proviene de sentimientos colectivos. En este sentido, afirma se pregunta si la imposición también se genera con lo que llama la conciencia colectiva, la opinión pública que es un espacio de acción de la persuasión.
"La potencia de la opinión es tan grande sobre el pensamiento como sobre la acción. Los conceptos de origen colectivo -a decir verdad, todos lo son- toman para nosotros, aun cuando su objeto no es real, una fuerza tal, que éste nos aparece como real", plantea.
La certidumbre como incitación a actuar de acuerdo a un concepto, en este caso el de la seguridad, adquiere -según Durkheim- tanta fuerza como las sensaciones y también va variando de acuerdo a nuestras opiniones. El concepto entonces de certidumbre forma parte de una necesidad moral, es funcional a la conveniencia, la utilidad del campo económico y su necesidad lógica de asociar a la certidumbre con su reproducción y permanencia.
La certidumbre es colectiva, sostiene el pensador francés: "No estamos seguros, cuando estamos seguros, de que no estamos solo seguros. Aun cuando hemos elaborado una creencia personal, tenemos necesidad de comunicarla para estar seguros de que no nos engañamos", plantea Durkheim.
Bajo esta óptica la certidumbre adquiere mayor fuerza como verdad colectivizada para ampliar sus efectos de seguridad, por lo que la relación entre sus reflexiones en torno a la certidumbre podemos enfocarlas al campo social, pasando a través de la idea fuerza del consenso social que elaboró el sociólogo francés.
Podemos decir que justamente el concepto de certidumbre en el campo de la economía política apunta a ser un referente moral que busca incentivar a la acción de los individuos frente a la representación de potenciales desviaciones y disfuncionalidades para el orden económico establecido.





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