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miércoles, 31 de octubre de 2018

Raymond Aron y cómo superar el reduccionismo económico en torno a la libertad

La idea de libertad en Alexis de Tocqueville, tiene un contenido más amplio y más completo que el reduccionismo económico que plantean ciertas corrientes liberales. Raymond Aron aborda esta descripción más elaborada en su "Ensayo sobre las libertades", donde establece una diferencia entre la concepción de libertad de Alexis de Tocqueville y de Karl Marx.
Si bien su objetivo es concentrarse en oposición directa a la tesis materialista del filósofo alemán sobre la dicotomía de las libertades formales y de las libertades reales, pensamos que en su diferenciación también se pueden deslizar críticas hacia las concepciones reduccionistas de la libertad al campo económico, particularmente en el tipo de subjetividades que se ven construyendo en la sociedad.
Aron parte reconociendo las claras distinciones de Tocqueville en torno a la definición de la libertad, destacando el pasaje en que esta es asumida en la modernidad como la capacidad que tiene el hombre para conducirse en su propia autonomía con el propósito de organizar sus acciones y objetivos, lo que menciona como el derecho subjetivo, a lo que se suma el principio de que el individuo tenga un margen de acción espontánea, más allá del campo económico.
Esto implica una búsqueda de sentido, la cual se relaciona más con el ser, en comparación a otros aspectos de la vida que forman parte de la identidad, como el tener, o el cómo se presenta el individuo ante los demás, aunque también es necesario considerar que la libertad del individuo se reafirma -o también se puede disminuir- en la interacción con otros, siendo lo que Aron denomina como la libertad-participación.
En este sentido, el filósofo francés rescata varios elementos en torno a la relación entre libertad y bienestar, los cuales todavía persisten a nivel sociológico. El primer elemento es el acertado análisis que menciona sobre los escritos de Tocqueville, en que las sociedades que están obsesionadas con el bienestar son las que garantizan una base moral y las condiciones económicas para el poder de las clases medias: "Una sociedad semejante se verá sacudida por reivindicaciones incesantes y por conflictos de intereses, pero poco inclinada a las revoluciones", señala Aron.
Precisamente esta descripción entra en sintonía con el rol preponderante de las clases medias en la arena política a medida que avanza el desarrollo económico, siendo vigente hasta el momento para entender el porqué este segmento de la sociedad opta por quedarse con la libertad formal por sobre la concepción de Marx respecto a la libertad real, pues en esta aprecian un mayor espacio de consecución de objetivos, aunque sean graduales, pues implica estabilidad, en comparación a la que ofrece un criterio revolucionario con el principio de borrón y cuenta nueva.
El raciocinio de Aron es que, efectivamente, la experiencia mundial del socialismo fue socavar las libertades formales sin conseguir libertades reales. "Mientras tanto, las masas, en las sociedades fieles a las libertades formales, continúan aspirando a una mayor libertad real, es decir, a un mayor bienestar y a una participación mayor en las empresas o en el Estado", siendo esta otra situación persistente en la realidad político y social de occidente.
La libertad se arraiga, según Aron, en sociedades en que aumentan los beneficios de la dinámica de la producción y el trabajo, por lo que en este ámbito el pensador francés no aprecia una contradicción entre el principio formal de la libertad, en leyes objetivas, y las libertades reales, comprendida desde la perspectiva de la difusión del bienestar, donde el valor subjetivo tiene un papel clave. Sin embargo esta relación no guarda una plena sintonía con el otro aspecto de las libertades reales como lo es la participación social, la cual ha quedado delimitada a lo que es el acceso a bienes y servicios materiales, en circunstancias de que también es posible aumentar el grado de participación a través de los derechos subjetivos, desde la propia libertad de actuar. Ahora, son las expresiones concretas de poder político y económico, representadas en el Estado y en grandes organizaciones privadas, las que tienden a coaccionar la libertad individual y a las voluntades libremente asociadas, sobre todo cuando interactúan en concomitancia, produciendo como resultados lógicas de exclusión en función del tener (el acceso material a bienes y servicios), por sobre el modo de vivir del ser, el cual es fundamental para entender la libertad.
Otro punto interesante que surge del análisis de Aron es el ideológico, especialmente el que se refiere al axioma del "fin de las ideologías", tan accesible al sentido común de las sociedades actuales. Aquí se plantea que la consolidación de la democracia liberal genera "el conformismo actual del optimismo occidental", el cual -sin embargo- no dice relación con ignorar el "conflicto de las ideas o el choque de los temperamentos", siendo algo opuesto a la idea hegemónica que le atribuye a la ideología un sentido negativo que, por lo tanto, debe ser desechado. Esta clase de comodidad, que fue advertida también por Nietzsche en torno al liberalismo, tiende a disolver el mismo valor de la libertad.
Raymond Aron lo complementa de esto modo: "Siempre ha habido y siempre habrá oportunistas y rebeldes, moderados y violentos, conservadores que teman los cambios y reformadores que se indignen de las imperfecciones de lo real". Esto siempre plantea la posibilidad del conflicto, el cual evidentemente siempre portará un cuerpos de ideas, valores y creencias, rasgos que forman parte de la definición de la ideología en su sentido amplio, por lo que el principio de apelar al fin de las ideologías es una vía de escape, una justificación para rehuir a la realidad del conflicto al interior de la sociedad.
A su juicio, el fin de las ideologías responde al hecho de que se han aceptado de forma general las ideas liberales y democráticas, por lo que ya no generan entusiasmo y no son discutidas seriamente. Sin embargo, aparece una contradicción entre la satisfacción que generan las reivindicaciones de las "libertades reales",  a partir del mejoramiento en los niveles de vida generados por la dinámica productiva del mercado, puesto que el acceso material hasta un cierto punto impulsa las libertades del individuo en su capacidad de elección, pero -al mismo tiempo- dejan en un lugar secundario los aspectos subjetivos de la libertad, entendida en su sentido reflexivo para la toma de decisiones, lo cual se ve contaminado por los intereses superpuestos del mercado, algunos de lo cuales tienden a estandarizar intereses y crear tipos de perfiles con un carácter uniformador. Esto, en ciertas ocasiones, termina coaccionando las voluntades de los individuos que se desenvuelven en este espacio y el principio de diferenciación que también implica la libertad.
Otras conclusiones relevantes en el ensayo del filósofo francés es la idea de que el individuo aislado en la "sociedad del dinero" no es libre, especialmente si se asienta exclusivamente sobre una concepción técnica.
Es así como Aron recurre a la pesadilla de Tocqueville: (...)veo una innumerable muchedumbre de hombres, semejantes e iguales, que giran sin descanso sobre ellos mismos, con el fin de satisfacer los pequeños y vulgares placeres con lo que colman su calma. Cada uno de ellos se ha retirado aparte, como ajeno al destino de todos los otros; sus hijos y sus amigos particulares constituyen para él toda la especie humana".
Aron se pregunta el significado de la libertad política, tanto para el trabajador inserto en una organización (la empresa), donde no participa de las decisiones ni puede aportar libremente con sus saberes, como al consumidor que se enfrenta a la maquinaria persuasiva que lo incita a la adquisición de bienes y servicios de un modo irreflexivo.
De esto se desprende que no existe un solo tipo de libertad, sino que surgen heterogeneidades que pluralizan la libertad. Y eso significa también reconocer que son susceptibles de sintetizarse con otras ideas que, por sí solas, no podrían ser equivalentes a la libertad, pues de lo contrario se asiste al dogmatismo en torno a la libertad, el cual aún se mantiene cuando esta es capturada por ciertos grupos de intereses o que tratan de encasillar a la libertad bajo un único sistema de ideas. "No hay una totalidad que pueda ser llamada la libertad de los individuos o la libertad de los pueblos", sostiene Raymond Aron.

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