La llamada fragmentación de las subjetividades en las
sociedades del capitalismo tardío son uno de los ejes centrales en el actual
debate de las ciencias sociales. El rol que le compete a las funciones de los
Medios de Comunicación en este escenario es fundamental para nuestro objeto de
estudio: Las relaciones entre Mass Media, el Poder y el control social
descentralizado que circula entre las poblaciones. Para ello analizaremos lo
expuesto por diversos autores en lo que respecta a los principales rasgos constitutivos
de la post modernidad: reorganización del campo cultural (Sarlo); crisis en las
categorías de interpretación (Barbero); modificaciones en los saberes
narrativos (Cuadra); entronización de los sentimientos personales sobre la vida
social (Sennett); trasvasijación del rol del intelectual al del experto
(Sarlo), y la apropiación massmediática como un intérprete de los distintos
escenarios que coexisten en estos tiempos.
Tomaremos dichos puntos como una línea argumental básica que
relacionaremos –muy brevemente- con los procesos históricos de conformación
socio cultural inscritos en la idea republicana en Latinoamérica, en el
contexto de la expansión de las prácticas capitalistas que se desarrollaron
conjuntamente. La convergencia de estos tópicos la vincularemos con el marco
conceptual dado por la obra de Michel Foucault en cuanto a las formas de
control social y la omnipresencia del poder en la sociedad, a través del
funcionamiento de una serie de dispositivos que actúan en el campo cotidiano de
los individuos. Muchas voces coinciden en englobar la propuesta del filósofo
francés bajo el nombre de “Biopolítica”.
1.- Transformaciones culturales, continuidades y rupturas de
epistemes
Tal como sostiene Beatriz Sarlo, uno de los elementos
primordiales para reconocer los cambios que trae consigo el concepto de
postmodernidad es la reorganizacion del campo cultural a partir del formato
audiovisual. La television como una instancia tecnológica que incesantemente
crea dispositivos de saber. Estos dispositivos los debemos comprender bajo la
explicación que entrega Foucault como: “un conjunto decididamente heterogéneo,
que comprende discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones
reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos,
proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas; en resumen: los elementos
del dispositivo pertenecen tanto a lo dicho como a lo no dicho. El dispositivo
es la red que puede establecerse entre estos elementos”.
1.1.- Ruptura con el campo de poder y saber decimonónico de
República
Debemos considerar este carácter heterogéneo de elementos
que tienden a intervenir en la conducta de las personas. En este caso, desde el
formato audiovisual, como un espacio que reemplaza a la polis republicana,
entendida como el lugar desde donde provenía la discusión de los problemas en
común que afectan a una comunidad, población o sociedad. Esta idea de polis
productiva del espíritu republicano era planteada por Andrés Bello, a partir
del rol de la Universidad como la fuente generadora de saberes y virtudes en la
población, era esta la instancia primegenia para hacer surgir el desarrollo de
la nación, según explica este intelectual en los paños de sabio, tal como lo
señala Carlos Ossandón en su obra “El crepúsculo de los sabios y la irrupción
de los publicistas”. La figura de Bello y otros precursores de saberes
institucionalizados y sistematizados hacia la sociedad es tomada por Sarlo bajo
la concepción de que ellos estaban obligados, debido a sus capacidades, a
enseñar a la sociedad acerca de temas fundamentales al alcance de todos.
Era una democratización del saber en su sentido amplio. Pero
esta idea actualmente se ha diluído con la dictadura del formato audiovisual
que enseña a la mayoría; es la gran formadora de discursos hegemonicos que
genera una exclusión: sus usuarios quedan cercenados en la recepción de otros
formatos que los llevan a reflexionar por sobre el impacto inmediatista del formato
audiovisual. Si la idea de intelectuales como Bello, Sarmiento era construir un
proyecto de sociedad lo más homogéneo posible, ahora se ha fragmentado en
múltiples realidades. Si antes la idea era el relato narrativo escrito el
vehículo el soporte comunicacional que reproducía ideas, valores y creencias
con el habla social, actualmente es lo audivisual lo que impone los códigos de
conducta, no otorgando una garantía al estatuto de la ciudadanía como un
complejo de derechos y deberes para las personas.
Desde la perspectiva de la Biopolítica podemos señalar el
cambio radical en el uso de dispositivos de saber y tecnologías de dominio
entre el proyecto iluminador del siglo XIX y el proyecto de hegemonía
comunicacional del siglo XXI. La intervención del poder estatal decimonónico en
la población deja ser ser un poder pastoral a costa del mercado, el cual ahora
toma este poder de intervención sobre las conductas, creando subjetividades más
dispersas, menos ilustradas y concientes de la idea de nación que se deseaba
inculcar en el siglo XIX.
Los sistemas clasificatorios que instaura el Estado en el
siglo XIX para controlar a la población en el sentido de qué debían pensar, a
través del enunciado de las virtudes y la ilustración, ahora pasan a ser
administrados por la lógica del mercado, la mercadotecnia que se vale del
dispositivo tecnológico audiovisual para segmentar nichos de consumo y otros
enunciados destinados a sustiuir la virtud pública del sujeto en una virtud de
acceso a mercancías.
En cierto sentido, Sarlo plantea la necesidad de retomar lo
hecho por la racionalidad política democratizadora de lo público, al menos en
sus prácticas discursivas, a estos tiempos. Por eso afirma que se debe
recomunicar la esfera pública con la académica y la política. Propone entrar a
configuraciones de poder democráticas en que se incluya a la esfera pública. Se
trata de distinguir la producción de discursos que se constituyen como saberes
sin mezclarse.
1.2.- Elementos de biopolítica en la fragmentación de subjetividades
El enfoque biopolítico, entendido como una serie de
dispositivos de poder y saber destinados a intervenir en las necesidades
vitales de las personas y sus conductas para obtener un control social
determinado, se acopla también con las idea de José Martín Barbero. De acuerdo
a este autor, el vacío dejado por la fragmentación ideológica plantea una
crisis en las categorías de interpretación que son captadas por la razón
instrumental de las tecnologías (dispositivos discursivos y de una tecnología del
yo como dice Foucault) unida a la pasión personal, produce un repliegamiento
autonómico del individuo y vías de escape como el consumismo, comunicabilidad
con fines privatizables y no públicos, oferta saturante de información
acompañada de precarización educacional, empobrecimiento de la experiencia a
costa de la entronización de la imagen en la comunicación social, símbolo que
no tienen sustancia.
El pilar de las pasiones internas de la persona está
vinculado a los procesos biológicos de éstas. En una sociedad de consumo, las
necesidades se hiperbolizan, se convierten en conscunspicencias que, a su vez,
dan lugar a paradojas. Por ejemplo, un mayor acceso a sistemas de salud (o sea
un poder organizado para intervenir y tratar de salvar la vida humana), no
implica necesariamente que la gente se cuide más, sino que pueden ser víctimas
de sobrepeso y otras enfermedades derivadas debido a la falta de dominio del
individuo en medio de una sociedad de consumo, donde los productos más
demandados son los “alimentos basura” que, incesantemente, son promocionados en
el formato audivisual. Esto genera una reacción del Estado (un ejmplo de
biopolítica), al organizar campañas de prevención contra la obesidad, pero que
tienen como principal poder antagonista al mercado que incentiva al consumo de
estos alimentos.
Barbero, al igual que Sarlo, advierte que las racionalidades
creadas por una sociedad de consumo lesionan la confianza construída por el
modelo republicano en los valores, virtudes y normas éticas de la sociedad.
Ahora se ha creado otro tipo de subjetividad entre la población. A esto lo
denomina como Des-ordenamiento cultural. La idea ilustrada de cultura ha sido
subvertida por la experiencia individual
que cambia el espacio y el tiempo. Se generan cambio a nivel de las relaciones
identitarias al interior de la comunidad. El pasado perdió la coherencia
organizativa de una historia. El presente hecho con el ingrediente de la
inmediatez pierde la relación histórica.
El sentido que mueve a la tecnología es el desarrollo de la
comunicación como imagénes. Al ser sometida a la lógica del mercado, la imagen
tiende a perder su sentido, la pulsión de ver reemplaza al deseo de saber. Hay
una nueva configuración del discurso con lo visible. Hibridaciones que no dan
cuenta de las contradiciones, no crean otras síntesis, excepto aquellas
mediadas por la lógica de la mercadotecnia. Todo esto, diría Foucault, es la
consecuencia de las acciones e influencias de los dispositivos de poder y saber
que circulan en todos los niveles de la sociedad, en unos más que en otros. Bajo
la óptica de la biopolítica propuesta por el filósofo italiano Giorgio Agamben,
esta sociedad de consumo genera una relación estratégica de inclusiones y
exclusiones. Hay un disciplinamiento social mediante el consumo, Quien no
consume queda excluído del espacio de la polis.
1.3.- El orden discursivo como relación estratégica del
control social
Alvaro cuadra plantea algo similar al decir que este tipo de
sociedad en latinoamérica forma parte de un diseño de estrategia global.
Identifica a un poder detrás de estos procesos que actúa dinámicamente. Tanto
así, que después terminan autonomizándose de su matriz creadora, debido a que
sus reglas son el lenguaje y las imágenes, algo altamente revolucionario. Dice que así nace una ideología banalizada,
producto del habla social, intrascendente, apolitizada en términos de
conciencia crítica y discusión. Surge un perfil socio genético de la cultura
marcado por deseos irrefrenables de consumo, con lo cual caemos nuevamente en
la biopolítica, pero ahora desde la perspectiva de sus prácticas discursivas
como señala Foucault en su obra, el “Orden del Discurso”. El poder
transformador del lenguaje (enunciados en Foucault) es que deriva en acciones
que crean formas de vida. Aquí calza con la idea de agamben de la racionalidad
biopolítica: debe entenderse también como la actuación sobre una forma de vida,
algo más allá del hecho biológico en las personas. El saber narrativo, según
Cuadra, instituye marcos valóricos y legitima los lazos sociales. En este
sentido, también se añora la concepción decimonónica de la narración escrita
como un dispositivo de saber entre la población, como la autonomía poética que otorgaba un
sentimiento de libertad continental, asociada al proyecto emancipador de las
sociedades de la época.
1.4.- Dominio desde el espacio íntimo al espacio público
La idea de Richard
sennett acerca de la aparición de una nueva
tecnología del yo para el autoconocimiento fuera del espacio público,
nos habla de una racionalidad biopolitica diversa a la que se hizo en el siglo
XIX. Si antes el Estado intervinó en las poblaciones, mediante prácticas e
ideas como la medicina social, inteviniendo en sus espacios íntimos del hogar,
para llevarlo a un espacio público de interacciones (hospitales, colegios),
ahora se revierte tal proceso: la vida social se guía según el sentimiento
personal, dice Sennett.
Un ejemplo de esto lo podemos dar con las actuales redes
sociales, donde las personas revelan sus personalidades a los demás, en un
espacio público virtual y no real: aquí ahora se escriben si están enfermo,
además de compartir otros sentimientos subjetivos, asociados a sus procesos
biológicos (dormir, comer, etc.). La persona, a través de su vida íntima, se
autentifica como actor social, obtiene un poder, lo hace circular con los
demás, tal como lo plantea Foucault.
Eso mismo hacen los Mass Media cuando implantan
interconectividad con sus públicos objetivos: la sensación de tener una cuota
de poder, haciéndolo circular mediante sus opiniones y declaraciones en temas
determinados. Pero todo esto se olvida de un día a otro, por la inmediatez del
tratamiento informativo, por lo que se cae en el vacío de la fragmentación.
Como afirma Leonor Arfuch, el problema es que esto reemplaza a la acción, se
está sólo en un nivel de apariencia. Ello ha influido en la esfera política con
la personalización de la política, produciendo un desbalance de lo privado en
lo público. Esto es una técnica de poder para el control social, en la
perspectiva de Foucault, cuyo dispositivo es televisión, la cual se constituye
como espacio público que tiende a imponer un ritmo, reglas temáticas a la
política y a la intimidad.
Conclusiones
Como hemos visto, la problemática de la desvaloración del
sentido de los discursos públicos a favor de la Massmediatización mercantil,
que ha producido la fragmentación de los saberes constituyentes de la
democratización del espacio público hecha en el siglo XX, se puede ligar a los
marcos conceptuales entregados por el modelo de análisis de la biopolítica inscrita
en las obras de Foucault. La relación concreta entre esta metodología, que se
divide en la genealogía del poder y la arqueología del saber, y los efectos
fragmentarios de la comunicación post moderna presenta el carácter estratégico
de construir una racionalidad política nueva, un control social basado en la
transparencia del espacio público de fines políticos a la creación de un
espacio privatizado que usa lo público con un criterio economicista-mercantil.
Para ello, el concepto clave del dispositivo ha sido
fundamental en lo que rodea a las transformaciones culturales hegemonizadas por
este poder pastoral y tecnológico que tiene actualmente el formato audivisual,
a través de una tecnología de poder y prácticas discursivas que segmentan la
sociedad de acuerdo a los sentimientos intimos de las personas. Este es el
móvil del poder articulado desde la comunicación audiovisual, que no responde a
un poder puntual, sino que responde a relaciones estratégicas de varios
actores, que operan en todos los niveles. El formato audivisual de la
televisión e internet adquieren elementos de la sociedad disciplinaria
comentada por Foucault, estableciendo después un juego de discontunuidades y
continuidades con la etapa del control social. El panóptico que implica la televisión
interactiva produce un tipo de subjetividad en las personas, sustentado en la
visibilidad. Esto se profundiza con la acción e influencia de las redes
sociales 2.0, donde las personas pasan a administrar un espacio del panóptico,
desde su intimidad tienen el poder de decidir a quién se excluye y a quién se
incluye; seleccionan y discriminan la fragmentación de saberes que circula en
esta economía de la información; crean su propia economía política informativa
y simbólica en este espacio y dan visibilidad a sus subjetividades.
El nudo gordiano acerca de si esta fragmentación es
perniciosa para la población en su conjunto, a nuestro juicio, ya ha caído en
esta vorágine de la subjetividad, por lo que el planteamiento de retornar a los
grandes relatos con fines emancipatorios del siglo XIX resultan anacrónicos e
implican un potencial riesgo de mayores desfragmentaciones. Si el deseo es
atacar el estado permanente de falsa conciencia , del juego de relaciones
aparentes que crean procesos como la sociedad de consumo y sus dispositivos
tecnológicos y de saber, creemos que lo más fáctible es la idea de Sarlo de
rearticular la esfera política, entendida como la polis donde se generan
discursos de contenido inclusivo para resolver los problemas en común, con las
diferentes estrategias de resistencia que surgen por estas prácticas del campo
cultural hegemónico. Si bien Foucault, en toda su obra, no propone un programa
de soluciones a sus análisis de la sociedad, bajo las herramientas conceptuales
que dan vida a la Biopolítica, él da un paso adelante en reconocer los
elementos que nos rodean para entenderlos. Una eventual salida a esta déficit
en los efectos de los contenidos informativos que nacen de los Medios de
Comunicación y de los intereses que operan detrás, alrededor y delante de ellos,
se puede encontrar desde la idea básica de considerar la omnipresencia del
poder, como una relación estratégica que también puede ser operada y
aprovechada por narraciones de saber alternativas que consideren las
subjetividades que se forman desde lo local para resolver problemas concretos
en la convivencia común.
Esta plataforma, a nuestro modo de ver, es más flexible como
herramienta de poder que puede crear sus propios dispositivos sin caer en los
grandes relatos de antaño que presentan un carácter demasiado reduccionista y
limitado a marcos conceptuales que no son capaces de apuntar a las
particularidades específicas de los problemas y alineaciones generadas por la
fragmentación del campo cultural.
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