En Chile el pensamiento político
se encuentra en crisis, en el sentido de que está bastante alejado de la
ciencia hermenéutica, debido a una serie de
atavismo que se dan en torno a la hermenéutica misma. Siguiendo lo
postulado por Gadamer respecto al círculo de la comprensión podemos elaborar
identificar varios puntos que nos permitirían reconocer la crisis del
pensamiento político a partir de la comprensión del otro.
Según Gadamer, es necesario
suspender los juicios a priori que se tienen cuando se lee un texto. Cuando uno
es un intérprete de otra creación. A nuestro juicio, estamos en presencia de
una crisis si tomamos en cuenta que los postulados ideológicos inamovibles de
izquierda y derecha que aún persisten en Chile y que tienden a reducir los
temas del debate público, según sus propios puntos de vista.
Así, son pocos los que acceden
sin prejuicio al contenido ideológico opuesto, olvidando sus propias opiniones.
Por ejemplo esto pasa siempre que se quiere hablar de la distribución del
ingreso, pues –para algunos sectores- esta discusión está contaminada por el
comunismo O sea, la idea de que la distribución del ingreso “es un tema de
comunistas”, lleva a varias personas a dejarlo de lado, con lo que demuestran
que no salen de sus prejuicios al momento de interactuar con contenidos
distintos o de ser intérpretes de discursos. Lo mismo pasa, desde el punto de
la cultura de izquierda, o de extrema izquierda más bien dicho, cuando se habla
de economía y crecimiento económico se tienden a desvirtuar los aspectos
técnicos de la ciencia económica, por considerar que no toma otros detalles
sociales. Esto lleva a hablar que la economía “es una manipulación”, o una
mentira de los Gobiernos de turno “para engañar al pueblo”. Vemos entonces que
en ciertos sectores político-culturales existe un desconocimiento certero de la
práctica hermenéutica, debido a que no existe una generalización de apertura a
la opinión del otro. Esto se comprueba
con lo que dice Gardemer respecto a que “el que pasa por alto lo que el otro
dice realmente, al final tampoco podrá integrarlo en la propia y plural
expectativa de sentido” (pág. 66).
Gardemer dice que existe una
relación circular entre el arte de hablar y el arte de comprender, que el
objetivo de la hermenéutica o de la comprensión es crear un acuerdo donde no
existía, pero esto no pasa en Chile al nivel del sentido común, especialmente
en temas político-ideológicos, aunque sí pasa en la academia y en los debate
más elaborados de centros de estudios. Lo mismo pasa con los textos, porque son
varias las personas que no leen libros “del otro lado”, ya que los descartan
inmediatamente si conocen que su precedencia es de izquierda o de derecha. Esto
termina por coartar la hermenéutica.
Son pocos los que logran salir
del cerco de los prejuicios y se adentran en las opiniones de los otros,
relacionándolas con las propias. En
parte, esto se hizo en Chile a inicios de los años 90 con la llamada renovación
de un sector de la izquierda o con algunos sectores liberales de la derecha,
donde se incorporaron elementos del otro pensamiento en cada una de estas
ideologías. Por ejemplo, en la izquierda concertacionista se aceptó la idea de
libre mercado como asignador de derechos sociales, como educación y salud, los
que se legitimaron entre 1990 y 2010. También en esa época, un sector de la
derecha aplicó conceptos de justicia social y mejoría en la distribución del
ingreso, hasta un cierto límite.
Con ello, ambos sectores
demostraron lo que dice Gardemer en el sentido de que la tarea hermenéutica “es
un pensamiento objetivo”. Se pusieron las opiniones de otros en relación con
las opiniones propias. La idea no es defender la renovación política como un
juicio de valor, sino como un juicio de hecho desde la perspectiva hermenéutica
que parte de la actitud de comprender la
alteridad del texto. Aquí hubo un proceso de concientización hermenéutica es la
que extiende los sentidos y permite el dinamismo de las ideas, el que fue hecho
selectivamente y no de forma neutral, como advierte Gadamer.
Podemos decir que la renovación
del pensamiento político-ideológico en los últimos 20 años provocó una crisis
entre aquellos que efectivamente pasaron a considerarse renovados y quienes se
oponen a ello, siguiendo una tendencia más tradicional, lo que afecta a la
cultura de izquierda y derecha. En cada uno de estos encasillamientos
culturales ocurrió la ruptura de dos
corrientes, y cada una de ella seguía por lo que Gadamer llama el “anticipo de
la compleción”, que orienta a la comprensión de nuevos textos, opiniones o
ideas, cuyos contenidos son considerados trascendentes. Tanto los
tradicionalistas, como los renovados presentan expectativas de sentidos que
nacen de sus condiciones de existencia, aunque el problema es que o ninguna de
estas dos posiciones actualmente se están abriendo a otra transmisión de
textos, limitando el acceso a nuevas informaciones, produciendo una crisis en
el pensamiento político. No hay una cosa nueva a la cual atenerse, no hay una
intención de comprender nuevos textos y eso es una desafío para ponerse a
profundizar la hermenéutica, con una nueva actitud si efectivamente se quieren
sentar las bases de nuevos discursos político-ideológicos en el país.
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