Luego de participar el viernes en la última jornada de Percade 2012,
donde tuvo un encendido round con Felipe Kast, el sociólogo de la
Universidad de Chile, Alberto Mayol, se dirigió a la Feria Chilena del
Libro a firmar los ejemplares de sus obras "El Derrumbe del Modelo" y "No al Lucro", que se han convertido en récord de ventas en esta temporada invernal con sus críticas al sistema económico-institucional que impera en el país.
En esta entrevista, Mayol mantiene su hipótesis de que el modelo económico local está ad portas de sufrir cambios,
luego del efecto que dejó la movilización social en el 2011,
protagonizada por estudiantes, deudores habitacionales y los habitantes
de Aysén y de Freirina.
DEL MITO AL DERRUMBE
-El libro de Tomás Moulian, "Chile Actual: Anatomía del
Mito", publicado en 1995, marcó una nueva relación entre la sociología y
la sociedad respecto al modelo económico, con su crítica al consumismo.
¿Qué diferencia aprecias entre esta obra y tu diagnóstico en "El
Derrumbe del Modelo"?
-Creo que estos 2 trabajos funcionan como 2 puntos de significación muy importantes,
porque la distinción que hace Moulian es una descripción en el momento
clímax de legitimidad del modelo, al que trata de mito, lo que es un
argumento muy limpio y fantástico, que genera un gran impacto. De ahí
viene un silencio en la sociología y su relación con el modelo durante
muchos años y, cuando aparece mi libro, con lo que pasa en el 2011,
hemos llegado al momento del derrumbe de la legitimidad del modelo en su
funcionamiento, que lo hace insustentable en el tiempo.
-¿Qué debe entender la gente con esta propuesta de derrumbe?
-En que el modelo de pensiones no funciona, el modelo de desarrollo
no incorpora a la gran parte de la población, el modelo de salud está
hecho para la gente que no está enferma, por lo que el modelo económico
entró en una crisis de legitimidad muy profunda. El derrumbe no
significa que el modelo deje de tener capacidad operativa en el día a día, sino que esta pérdida de legitimidad, en algún momento, significará una necesidad de transformación radical del modelo.
“ESTAFADOS”
-La gente se da cuenta y acusa, en diversas situaciones, la
"estafa" de un modelo que se publicita con la eficacia y la eficiencia,
pero que, en la práctica, deja hoyos sociales enormes. ¿Piensas que esto
es concientizado por parte de los grandes empresarios?
-Si uno piensa la eficiencia y la eficacia desde el punto de vista de
la empresa, con bajos costos y altos ingresos, debemos sincerar lo que
ocurre: El problema es que nuestro modelo económico no construye
sociedad e, incluso, la destruye. Es un modelo desanclado, que
tiene autonomía y que funciona al decir: "mira cómo aumenta el PIB" y a
eso le llamamos país, pero ese país es un grupo económico que no tiene
relación alguna con la sociedad.
-El problema al parecer es que se adaptó un modelo económico
abierto en un sistema cultural cerrado, como históricamente lo construye
la "élite" local.
-En Chile hay una tradición de escasa comprensión de que todos los
actores sociales somos miembros de la sociedad. Tenemos la tendencia a
pensar que la sociedad es un "otro" y yo soy el individuo. En esa
relación extraña, obviamente el empresario, que se establece como yo, no
se relaciona con la sociedad.
PROYECCIONES
-¿Qué proyección haces del modelo y de los movimientos sociales?
-Aquí hubo un movimiento estructural. Supongamos que el movimiento
estudiantil desaparece, cosa que no creo. Eso ayudaría a que el modelo
dure unos años más, pero el agua ya llegó al río. Es una tesis
arriesgada, pero creo que el modelo oligopólico, rentista, con una
tributación empobrecida, con una separación de la política con la
sociedad y un modelo cultural de consumismo financiero, está en
entredicho, por lo que nos plantea a todos cambiar la forma en que
vivimos. Ya el modelo, en términos religiosos, está maldito por la
sociedad y, por lo tanto, se va a acabar.
-¿De qué forma se derrumbaría?
-Están las condiciones hoy día para que, de pronto, en una semana
cualquiera, empiece una cuestión, a la cual no le demos ninguna
importancia y, a las 3 semanas, estemos con una transformación tan
profunda como lo fue el movimiento estudiantil. Puede ser muy lento y
horadarse por desgaste de los grandes líderes económicos o políticos,
pero basta un error para que efectivamente, en un período de 1 año, o en
el próximo Gobierno, se enfrente una situación de desgaste de
legitimidad muy brutal.
-Pero siempre la institucionalidad chilena se regenera en la lógica de la élite, ¿Acaso no podrían hacer lo mismo ahora?
-Para que haya una crisis de institucionalidad uno tiene que estar
dispuesto a dispararse en el pie, de rabia, malestar y dolor que se
tiene. Lo que pasa es que, antes del 2011, las
instituciones eran sostenidas por las rutinas cotidianas de la gente,
pero -de repente- dijeron que no están dispuestos a sostener esta
"maldita mentira" del modelo. No están las condiciones para volver
atrás.
LA CRÍTICA DE LA ACADEMIA
-¿Y cómo ves la situación del pensamiento crítico en todo esto?
-Para ser útil, el pensamiento crítico requiere de un esfuerzo de
investigación, reflexión y racionalidad muy grande, por lo tanto la
tendencia es acompañarlo con la rigurosidad y fortaleza que se requiere
para combatir al pensamiento hegemónico. En ese sentido, creo que hay
señales positivas, como la emergencia de una visión económica
alternativa, como la generada por la Fundación Sol, con el tema del
trabajo, pero sería bueno multiplicar eso en otras dimensiones de la
vida económica.
-Para eso se necesitan más economistas que hagan esta crítica. Pero brillan por su ausencia, salvo casos puntuales.
-Por desgracia, la sociología está en la etapa del diagnóstico de la
enfermedad. Cada vez que ha despertado la política en Chile, en los
últimos 20 años, ha sido para diagnosticar una enfermedad. Los
economistas construyeron una propuesta, pero hoy día eso no está
aconteciendo. Hay un paso que dar, hay un punto en que
debemos juntarnos con economistas alternativos, cientistas políticos y
poder construir una propuesta de cómo resolver en inmediato esto. Se
debe generar una verdadera transición, en que se eliminen las
concentraciones de poder más radicales y dejar que el ejercicio de hacer
sociedad se construya, para salir de la enfermedad.
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