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jueves, 30 de marzo de 2017

Derecha-izquierda: Conceptos espaciales con un contenido relativo que se tiende a desconocer

"El árbol de las ideologías está siempre reverdeciendo", dice la frase Norberto Bobbio en su obra "Derecha e Izquierda, razones y significados de una distinción política", con lo que se puede comenzar todo una crítica a las formas discursivas que circulan en el debate político acerca del carácter negativo que tendría la "ideología" para resolver problemas de la realidad social.
Bobbio plantea que las categorías de derecha e izquierda están dentro de las ADN del sentido común, universalizándose en el campo político, entrañando posiciones emotivas y morales detrás de la identificación de cada una de estas posiciones, las cuales también se caracterizan por tener diversos contenidos que van cambiando e interaccionando en el tiempo . Es así como en el binomio derecha-izquierda caben otros significados, tipos ideales de enfrentamiento o representaciones de otros binomios ouestos entre sí : libertarianismo-autoritarismo; conservadurismo-progresismo; liberalismo-socialismo; conservadurismo-liberalismo; fascismo-comunismo; tradición-emancipación; clericalismo- laicicismo; igualitarismo-desigualitarismo, entre otras identificaciones que han surgido en la dinámica histórica en torno a la política moderna.
Esta díada, como le llama Bobbio, se ha convertido en una totalidad dicotómica en el campo de las ideas políticas,  por cuanto -según el politólogo italiano- "nacen de la interpretación de un universo concebido como formado por entidades divergentes que se oponen las unas a las otras". Derecha e izquierda son conceptos espaciales, receptáculos de contenidos ontológicos, que están determinados y epecíficos.
"Como se sabe, el uso de estas dos palabras (derecha e izquierda) se remonta a la Revolución francesa, por lo menos, en lo que concierne a la política interior. Se trata de una metáfora espacial muy banal, cuyo origen es totalmente casual y cuya función, desde hace dos siglos, es sólo la de dar un nombre a la persistente, y persistente por esencial, composición dicotómica del universo político. El nombre puede cambiar. La estructura esencial y originariamente dicotómica del universo político permanece", detalla.
Entonces podemos identificar que lo realmente importante en el campo político e ideológico no es la existencia en sí de estas categorías, sino que es el contraste que plantean las diferentes visiones de mundo respecto a la toma de poder del Estado y al devenir de la sociedad en cuanto organización civil. El problema es que es la persistente tendencia a reducir toda la problemática que afecta a las sociedad bajo la díada derecha-izquierda, como si fuera algo absoluto, cuando se trata de todo lo contrario.
"Los dos conceptos «derecha» e «izquierda» no son conceptos absolutos. Son conceptos relativos. No son conceptos substantivos y ontológicos. No son calidades intrínsecas del universo político. Son lugares del «espacio político». Representan una determinada topología política, que no tiene nada que ver con la ontología política: «No se es de derecha o de izquierda, en el mismo sentido en que se dice que se es “comunista”, o “liberal” o “católico». En otros términos, derecha e izquierda no son palabras que designen contenidos fijados de una vez para siempre. Pueden designar diferentes contenidos según los tiempos y las situaciones", aclara Bobbio.
Esta dinámica histórica ha moldeado la cultura de la sociedad política y de la sociedad civil a través de los diferentes ciclos en que se desarrolla la relación dicotómica: "tanto en el caso del predominio de la Derecha sobre la Izquierda, como en el caso contrario, las dos partes siguen existiendo simultáneamente y extrayendo cada una su propia razón de ser de la existencia de la otra, incluso cuando una asciende más alto en la escena política y la otra baja".
Bobbio recuerda el trabajo de autores que distinguen los contextos en los que este binomio se utiliza, los cuales serían cuatro: el lenguaje ordinario, el de la ideología, el análisis histórico-sociológico, el estudio del imaginario social".
Siempre se deben considerar aspectos más sutiles detrás de esta distinción y que son en la mayoría de los casos los que se imponen a la hora de expresar las diferencias en torno a un objeto público de debate en torno a los asuntos de la sociedad: "En toda discrepancia política la opinión, entendida como expresión de un convencimiento, no importa si privado o público, individual o de grupo, tiene sus raíces en un estado de ánimo de simpatía o de antipatía, de atracción o de aversión, hacia una persona o hacia un acontecimiento".
El contenido de ambas categorías es dinámica, siempre está vaciando y reponiendo sus contenidos con elementos de distintas doctrinas. En la derecha coexisten componentes de autoritarismo, liberalismo, corporativismo, integralismo católico, conservadurismo, progresismo y nacionalismo, elementos que también se integran a la izquierda, a la cual se agregan el socialismo, receptor de varias de estas doctrinas y algunas expresiones de anarquismo.
"El árbol de las ideologías siempre está reverdeciendo. Además, no hay nada más ideológico, tal y como ha quedado demostrado muchas veces, que la afirmación de la crisis de las ideologías. Así como que «izquierda» y «derecha» no indican solamente ideologías. Reducirlas a la pura expresión de pensamiento ideológico sería una injusta simplificación: indican programas contrapuestos respecto a muchos problemas cuya solución pertenece habitualmente a la acción política, contrastes no sólo de ideas, sino también de intereses y de valoraciones sobre la dirección que habría que dar a la sociedad, contrastes que existen en toda sociedad, y que no parece que vayan a desaparecer", precisa Bobbio.
En su análisis del binomio, de esta díada, Norberto Bobbio toma el trabajo de su compatriota Dino Cofranceso, de donde rescata la distinción entre diferencias esenciales en ambas categorías, las cuales tienen que ver con "la inspiración ideal, la intención profunda, la mentalidad", mientras que también reconoce las "diferencias no esenciales o sólo presuntamente esenciales", las cuales se utilizan "como armas polémicas en la lucha política contingente, que, tomadas por esenciales, se utilizan para dar falsas respuestas a la pregunta sobre la naturaleza de la díada, y para negarla cuando parece momentáneamente fallar en una situación específica".
"Que la relación entre diferencia esencial y diferencias no esenciales pueda solventarse en la distinción entre un valor final constante y valores instrumentales variables, y por lo tanto intercambiables, se puede deducir de la afirmación que «libertad y autoridad, bienestar y austeridad, individualismo y antiindividualismo, progreso técnico e ideal artesano, se consideran, en los dos casos, como valores instrumentales, o sea que hay que promover y rechazar según la contribución que ellos pueden dar, respectivamente, al fortalecimiento de la tradición y a la emancipación de algún privilegio", plantea Bobbio.
Otro hecho que demuestra la relatividad de los conceptos de derecha-izquierda es el llamado proceso de transferencia ideológica o de conversión, la cual puede tener distintos grados de desarrollo. "La relatividad de dos conceptos se demuestra también observando que la indeterminación de los contenidos, y por tanto su posible movilidad, hace que una cierta izquierda respecto a una derecha pueda convertirse, con un desplazamiento hacia el centro, en una derecha respecto a la izquierda que se ha quedado parada, y, simétricamente, una cierta derecha que se desplaza hacia el centro se convierte en una izquierda respecto a la derecha que no se ha movido. En la ciencia política se conoce el fenómeno del «izquierdismo», como el simétrico del «derechismo», según el cual la tendencia al desplazamiento hacia las posiciones extremas tiene como efecto, en circunstancias de especial tensión social, la formación de una izquierda más radical a la izquierda de la izquierda oficial, y de una derecha más radical a la derecha de la derecha oficial: el extremismo de izquierda traslada más a la derecha la izquierda, así como el extremismo de derecha traslada más a la izquierda la derecha".
Contenidos específicos y determinados que se instalan con mayor fuerza en la historia de la discusión políticas en las sociedades modernas. Un ejemplo es el binomio libertad-autoritarismo y del de igualdad-desigualdad.
En el primer caso Bobbio sostenía en los años noventa del siglo pasado que "una de las conquistas más clamorosas, aunque hoy empieza a ser discutida, de los movimientos socialistas que han sido identificados al menos hasta ahora con la izquierda, desde hace un siglo, es el reconocimiento de los derechos sociales al lado de los de libertad. Se trata de nuevos derechos que han hecho su aparición en las constituciones a partir de la primera posguerra y han sido consagrados también por la Declaración universal de los derechos del hombre y por otras sucesivas cartas internacionales. La razón de ser de los derechos sociales como el derecho a la educación, el derecho al trabajo, el derecho a la salud, es una razón igualitaria. Las tres tienden a hacer menos grande la desigualdad entre quien tiene y quien no tiene, o a poner un número de individuos siempre mayor en condiciones de ser menos desiguales respecto a individuos más afortunados por nacimiento y condición social".
"A través de estas referencias a situaciones históricas quiero simplemente recalcar mi tesis de que el elemento que mejor caracteriza las doctrinas y los movimientos que se han llamado «izquierda», y como tales además han sido reconocidos, es el igualitarismo, cuando esto sea entendido, lo repito, no como la utopía de una sociedad donde todos son iguales en todo sino como tendencia, por una parte,
a exaltar más lo que convierte a los hombres en iguales respecto a lo que los convierte en desiguales, por otra, en la práctica, a favorecer las políticas que tienden a convertir en más iguales a los desiguales", detalla el pensador.
Finalmente otro punto importante para las relaciones entre derecha e izquierda es la inclusión de una tercera fuerza que pueda tensionar el binomio o la díada. "La visión diádica de la política, según la cual el espacio político se concibe dividido en dos únicas partes, de las que una excluye a la otra, y nada entre ellas se interpone, puede ser definida como Tercero excluido, la visión triádica, que incluye entre derecha e izquierda un espacio intermedio, que no es ni de derecha ni de izquierda, sino que justamente está en el medio de la una y la otra, se puede definir como Tercero incluido", plantea.
El llamado "Tercero incluido" permite salir de la reducción dual del campo político, pero complejiza el tejido ideológico en cuanto a la emergencia de nuevos programas de acción para abordar la problemática de una sociedad.
"La definición de este espacio intermedio hace posible una comprensión más articulada del sistema, ya que permite distinguir entre un centro que está cercano a la izquierda o centro-izquierda, y un centro que está más cercano a la derecha o centro-derecha, y así, en el ámbito de la izquierda, una izquierda moderada que tiende hacia el centro y una izquierda extrema que se contrapone al centro, e igualmente, en el ámbito de la derecha, una derecha atraída hacia el centro, y una que se aleja de él, contraponiéndose en igual medida tanto al centro como a la izquierda. Teniendo en cuenta que, a pesar de las posibles divisiones dentro del espacio del centro, queda siempre un centro indiviso, que podría llamarse centro-centro, la tríada en realidad se convierte en una pentíada", dice Bobbio.
Surge así la denominada tercera vía, la cual puede tomar un contenido ideológico diverso: desde la moderación a la radicalización política en relación a la derecha-izquierda, como explica Bobbio: "En el debate político, el Tercero incluyente se presenta habitualmente como un intento de tercera vía, o sea, de una posición que, al contrario de la del centro, no está en medio de la derecha y de la izquierda, sino que pretende ir más allá de la una y de la otra. En la práctica, una política de Tercera vía es una política de centro, pero idealmente ésta se plantea no como una forma de compromiso entre dos extremos, sino como una superación contemporánea del uno y del otro y, por lo tanto, como una simultánea aceptación y supresión de éstos (en lugar de, como en la posición del Tercero incluido, rechazo y separación). No Tercero-entre, sino Tercero-más allá, donde al Primero y al Segundo, en lugar de estar separados el uno del otro y con la posibilidad de sobrevivir en su oposición, se les acerca en su interdependencia y se les suprime por su unilateralidad. Cada figura de Tercero presupone siempre los otros dos: mientras el Tercero incluido descubre su propia esencia expulsándolos, el Tercero incluyente se alimenta de ellos. El Tercero incluido se presenta sobre todo como praxis sin doctrina, el Tercero incluyente sobre todo como doctrina en busca de una praxis,que en el momento en que se pone en práctica, se realiza como posición centrista".

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