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jueves, 23 de agosto de 2018

El ocultismo y lo paranormal desde la sociología del miedo

Las ciencias ocultas y los fenómenos paranormales son un objeto de conocimiento histórico que ha persistido en la sociedad, en diferentes grados de extensión y profundidad de acuerdo a las particularidades que toman las formaciones sociales. Estos campos de saber se pueden ubicar desde la perspectiva del síntoma, en el sentido de que son una señal de lo que está ocurriendo en la subjetividad e intersubjetividad de los hombres.
Y es que el ocultismo y lo paranormal se han constituido como una referencia subjetiva en base a la experiencia, la cual se extendió a un nivel intersubjetivo, en el momento en que estos tipos de conocimientos pasaron a ser un elemento que contribuyó a configurar las interacciones intersubjetivas con las cuales se organizan los usos y costumbres que dan paso a la cultura.
Realizando un rápido repaso, esto objetos de conocimiento tienen múltiples lecturas: antropológica, religiosa, política y económica. En el primer campo de saber el estudio de las ciencias ocultas y sus manifestaciones se sitúan en el conocimiento mágico con el que se han estructurado organizaciones tribales y comunitarias que aún persisten en distintas localidades del planeta. 
En el ámbito religioso han sido parte de los sistemas de creencias con el cual se conformaron las sociedades anteriores a la aparición de la cultura hebrea y su organización social. Se relaciona con la escatología, o sea con las doctrinas referidas a las manifestaciones de ultratumba, después de la muerte. De hecho, varios elementos de las ciencias ocultas están insertos en los sistemas de creencias del llamado paganismo, mediante las religiones de misterio, que después fueron adoptados en las expresiones modernas de la masonería y que aún persiste en sociedades herméticas. En este contexto, el fenómeno paranormal, como ocurrencia o acontecimiento que se registra, ha sufrido se ha separado por un lado en una manifestación que aún existe a nivel cultural como revelación metafísica con un determinado objetivo dentro de culturas tribales y locales, mientras que por otro lado ha quedado relegado a una teología vinculada con la metafísica de las tinieblas, con la condenación.
Bajo el punto de vista político, el ocultismo en mayor medida ha sido la materia prima de los sistemas simbólicos que utiliza la autoridad, siendo uno de los resortes del poder, asociados con la apropiación de cierto conocimientos destinados a una minoría, a estamentos dentro de la sociedad, específicamente a la simbiosis entre las tareas de administración del ordenamiento político y el sistema de rituales simbólicos que delimitan al primero del resto de la población. Durante la modernidad, en el proceso de formación del Estado-Nación, también se apreció la influencia de las ciencias ocultas a partir de las logias masónicas que insertaron algunos de sus principios de conocimiento en torno a la simbología de la República moderna, especialmente a partir de las revoluciones de Estados Unidos (1776) y francesa (1879). En esta esfera, el fenómeno paranormal queda relegado a espacios más íntimos, fuera de la visibilidad del poder sobre otros, aunque también puede ser direccionado con fines de manipulación para cumplir fines de sujeción y dominio político, como por ejemplo a través del miedo.
La perspectiva económica en torno al ocultismo y el fenómeno paranormal se encuentra con el desarrollo de la modernidad y de las lógicas de la producción industrial del capitalismo, por lo que estos objetos de estudio se convirtieron en una mercancía más en el mercado, específicamente en la industria cultural, donde el ocultismo y lo paranormal se han plasmado en la publicación masiva de libros, enciclopedias y otros productos de los medios de comunicación, que han ampliado el campo de influencia de estos conocimientos en el sentido común.
El hecho de que este tipo de saber tenga un correlato con estas disciplinas de las ciencias sociales refleja que forma parte del cúmulo de experiencia en la organización social y en la cultura, por lo que también es susceptible de ser abordada desde la dimensión ontológica. Y es en este ámbito que el ocultismo y lo paranormal también se relacionan con la filosofía, con las sensibilidades que, como señalamos al inicio, pasan de lo subjetivo a la intersubjetividad.
Sobre este terreno es que el ocultismo y lo paranormal, como formas de conocimiento, se asocian con el miedo, que tiene un punto de vista sensitivo, en que se perciben y transmiten emociones como la angustia, ansiedad y el deseo de supervivencia física ante situaciones no controlables como lo es la muerte, por lo que volvemos a identificar la relación del miedo a estos objetos de conocimiento con la escatología, el cual se activa cuando se conecta en la experiencia metafísica o paranormal y determina realidades.
En este línea, el miedo también pasa por el enfoque sociológico, desde donde es comprendido como una construcción que se va generando mediante la interacción entre individuos, por lo que puede denominarse como un producto cultural. No olvidemos que el miedo asociado al ocultismo y a los fenómenos paranormales tiene una directa relación con las prácticas sociales que genera en las culturas localizadas, donde se vuelven normales y cotidiana: Por un lado toma las formas populares del folclor, especialmente en zonas rurales, mientras que en grupos sociales dominantes adquiere formas más íntimas, bajo figuras contractuales de mediums o con la creación de sociedades secretas y herméticas. Es en estos últimos grupos donde el ocultismo da paso al esoterismo, definido como una doctrina religioso-filosófica que se basan en técnicas y prácticas ocultistas, las cuales en estos con el desarrollo de la producción industrial a gran escala, adquiere una expresión más mercantilista, cayendo en el campo de la oferta y demanda de productos y servicios relacionados con este tema. A una mayor circulación del ocultismo se reconoce un aumento de los fenómenos paranormales y, por lo tanto, del miedo. Se puede inferir aproximativamente que esta mayor oferta del ocultismo y lo paranormal también encuentra un mayor eco; hay una búsqueda del miedo como principio de placer en la cultura. Una curiosidad por sentir miedo a lo desconocido que llevar a no pocos individuos a meterse en lo oculto y lo paranormal, por lo que su expresión cultural es innegable dentro de la historia de la sociedad humana.

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