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viernes, 8 de febrero de 2019

Genealogía de la síntesis entre corporativismo y neoliberalismo en Chile I

El concepto de neoliberalismo en Chile ha sido negado por parte de algunos exponentes del liberalismo clásico, siendo catalogado como un "mito" que habría sido inventado por la cultura político-ideológica de la "izquierda", o una "caricatura" inventada por quienes se oponen al liberalismo. Sin embargo, este concepto ha sido elaborado desde múltiples frentes de análisis, entre los cuales destacan las clases dadas por Michel Foucault en el College de France, las cuales fueron recopiladas en el libro que se conoce como "Los orígenes de la biopolítica", donde el filósofo francés realiza un trazado histórico del liberalismo, desde los albores del Estado moderno y mercantilista, pasando por los aportes de la escuela austriaca de economía hasta la nueva versión facturada por Milton Friedman desde la Escuela de Chicago.
Lo anterior es un ejemplo de que, la evolución de las ideas liberales en la práctica han incorporado varios elementos que se acomodan al autoritarismo y el conservadurismo,  y viceversa. Es en este proceso en que se van configurando elementos que permiten aproximarse al concepto del neoliberalismo, para lo cual sirve el caso chileno como ejemplo.
En Chile, dicho debate registra el aporte dado por los filósofos Renato Cristi y Carlos Ruiz en su obra "El Pensamiento Conservador en Chile", en que abordan la relación entre corporativismo y neoliberalismo en las revistas teóricas de la derecha chilena, además de la síntesis conservadora que los años 70, que se plasmó en la Declaración de Principios del Gobierno de Chile de la dictadura cívico militar de Pinochet, donde confluyen ideas del nacionalismo, el corporativismo y el liberalismo económico, la cual sentó las bases de la actual institucionalidad estatal diseñada para el control de la sociedad chilena.
En este escrito tomaremos el ensayo "El conservantismo como ideología. Corporativismo y neo-liberalismo en las revista teóricas de la derecha", Carlos Ruiz  identifica la influencia de las ideas del nacionalismo y el corporativismo en proyectos autoritarios que se definen como anti-comunistas y anti-partidos, principios que surgen como parte de una respuesta a lo que se advierte como una "profunda crisis y regresión política de la sociedad chilena. 
Reconoce que producto de este proceso nacen dos vertientes ideológicas que de desarrollaron al alero de la Universidad Católica: el movimiento gremialista, "cuyo postulado básico es la oposición frontal a lo que denominan la "politización" global de las instituciones de la sociedad chilena" y la primera generación de economistas de ea casa de estudios que estudiaron en la escuela de Chicago, adhiriendo a la tesis más radicales de la economía clásica liberal. La primera vertiente tiene su espacio en la Revista Portada, tribuna desde donde Ruiz advierte elementos corporativistas vinculadas con el carlismo español, con su idea de retornar a un régimen de unidad nacional en que predominen los principios de orden, patria y católico. Gran parte de estos elementos se condensarán más tarde en la base doctrinaria del gremialismo de Jaime Guzmán.
La vertiente liberal económica, por su parte, tiene tribuna en la Revista Polémica económico-social, desde donde comparten con el corporativismo el principio anti-partidista de los sistemas democráticos, denunciando el carácter distorsionador de los políticos para el desarrollo del individuo.
Ambas publicaciones convergen en 1970 con el objetivo de "establecer las bases de pensamiento para la unidad nacional". "Esta fusión de un proyecto político conservador y anti democrático en lo político, con un esquema económico influido por el neo-liberalismo, es un hecho de significación, aunque su impacto político real, incluso al interior de la derecha, sea todavía reducido", señala Ruiz.
El proceso de la síntesis conservadora tienen en común su rechazo a la injerencia de los partidos políticos en la organización social de los individuos. Esta concepción de anti-político es compartida por los economistas chilenos formados en Chicago, a la cual agregan el anti-estatismo. Hay una pasaje clave que menciona el autor para entender la esencia de la síntesis conservadora, la cual todavía persiste en los sectores más extremos de la cultura política chilena: No dejar nunca de lado la idea de la autoridad y la tradición en el campo político con un liberalismo económico domesticado, y que está bajo el paraguas de una idea exacerbada de unidad nacional.
"El nacionalismo, dice por esto un editorial de la revista, no es estatismo. El nacionalismo debe ser concebido sobre todo como "sano egoísmo nacional", unido al respeto por las tradiciones y al rechazo de las ideologías extranjerizantes, expresadas en los partidos políticos, todo esto junto al respeto más acrisolado por la esfera privada de la vida y, en primer lugar, por la libre empresa que es "una fiel expresión de la naturaleza humana y una salvaguardia de su propia libertad", sostiene Ruiz.
A su juicio, esta concepción es la base del principio de subsidiariedad del Estado, que se bifurca en dos lecturas: Una corporativista que busca reemplazar las formas de acción política de los partidos y la otra es de corte neoliberal que propugna la idea del Estado mínimo para aumentar la libertad económica. La tensión entre ambas lecturas siempre estuvo presente en la dictadura cívico-militar, pasando posteriormente en la cultura política de Renovación Nacional, el partido nieto de la fusión del Partido Conservador con el Partido Liberal que en los años sesenta dieron vida al Partido Nacional. Sin embargo, esta tensión tiende a disolverse frente a la estrategia que prefieren seguir ambas doctrinas para, mediante la pretendida despolitización, mantener a raya a los movimientos populares con ideología socialista y comunista, así como las versiones más moderadas de centro izquierda que consideran intervencionistas, donde también incluyen al social-cristianismo.
En las publicaciones que divulgan esta síntesis conservadora-liberal se destaca la Revista Qué Pasa, donde la lectura neoliberal tomará una mayor fuerza en la propagación de ideológica de la síntesis, cumpliendo el rol de ser el dispositivo del saber técnico, para dar solución a los vicios creados por el Estado y por una democracia no restringida. La doctrina del apartidismo se articula con la ideología institucional de las Fuerzas Armadas que controlan, desde el aparato estatal, la sociedad chilena entre 1973 y 1990.
Los principios básicos que comenzaron a circular desde Qué Pasa se componen de conceptos como unidad nacional, nacionalismo, tradición cristiano-occidental, subsidiariedad, propiedad privada, autoridad, orden y disciplina. Algo no menos importante que menciona Ruiz es el intento de esos años de configurar los principios del neoliberalismo con la moral (religiosa) cristiana, "los que apuntan a elaborar una suerte de teología económica", por lo que el mercado es exaltado como una figura providencial racionalizada.
La influencia de las ideas conservadoras en ese periodo dan un giro hacia el neoliberalismo. "Esto trae consigo la renuncia a cualquier política de tipo corporativo y un apoyo a la imposición de las relaciones mercantiles a un conjunto creciente de dominios de la sociedad. El primero es la dificultad que el radicalismo anti-democrático propio del corporativismo encuentra para imponerse en una sociedad con tradiciones democráticas. El neo-liberalismo tiene menos tensiones -por lo menos del discurso- con esa tradición. El segundo factor es la puesta en práctica progresiva, por el régimen militar, sobre todo desde 1975 en adelante, de una política económica globalmente neo-liberal, apoyada por los grandes empresarios de la banca y la industria, lo que no deja ningún espacio para el desarrollo de asociaciones profesionales, sindicatos, etc.", afirma Ruiz.
Esta absorción del corporativismo por parte de la corriente neoliberal de los Chicago Boys se acopla en un concepto de subsidiariedad que toma la idea del corporativismo de que el poder político subsidia a las "debilidades e incapacidades de los cuerpos intermedios", junto con la ideal liberal de poner fin a la intervención del poder estatal, creando un Estado mínimo que focalice sus recursos.
Pero Carlos Ruiz profundiza el análisis, señalando que ambos pensamientos tienen en común "relaciones y lazos más profundos", como son lo que entienden como naturaleza y tradición, poniendo sobre la mesa el pensamiento de Fiedrich Hayek, uno de los principales exponentes del liberalismo de la escuela austriaca de economía, en torno a la concepción de la política como algo natural, rechazando la intervención del Estado por ir contra el orden espontáneo que, según él, se da en la sociedad, específicamente en el mercado.
"Se puede decir entonces que en la base del rechazo hayekiano del constructivismo, hay una suerte de concepción natural del orden económico, el que es conservado por la historia (la tradición), concebida a modo darwinista, como selección natural. No es posible alterar esos órdenes espontáneos sin incurrir en una desmesura cuyo resultado de todos modos será el caos; en verdad, tampoco es necesario hacerlo, pues el proceso global encierra para Hayek una suerte de justicia inmanente al proceso histórico mismo", plantea Ruiz.
La política bajo el prisma del naturalismo encaja en uno de los elementos que lleva al autor a identificar "el carácter conservador del discurso neo-liberal", debido a que también apela a órdenes espontáneos que son conservados por la tradición, especialmente en el mercado, los cuales "son sustraídos así a la deliberación democrática, transformándose en una lógica homogeneizante y totalitaria de lo social".
Pero este orden requiere de un empujoncito de intervención desde el Estado, a través de la llamadas modernización de la economía, con la aplicación de códigos legales que favorecen la privatización y mercantilización de las relaciones sociales. "Para esto el mejor medio es disminuir el poder del Estado para hacerlo incapaz de toda intervención en el orden espontáneo que se genera al interior de una sociedad libre", agrega el autor.
La conclusión del filósofo chileno es que esta síntesis conservadora-liberal aún mantiene sus relevancia estratégica en el funcionamiento de la institucionalidad política y económica chilena, en un proceso que mantiene su fortaleza, más allá de las contradicciones que existen entre el ideario conservador y el liberal, en un matrimonio por conveniencia que no se inclina al divorcio.

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