Powered By Blogger

miércoles, 24 de abril de 2019

In(dividuos) transformados en contraseñas en las sociedades de control

El paso de la sociedades disciplinarias, identificadas por Michel Foucault, a las sociedades de control retomadas por Gilles Deleuze en su "Post Scriptum sobre las Sociedades de Control", aborda un elemento que ha adquirido una mayor fuerza en la configuración de nuestras realidades y subjetividades digitalizadas: el password, la clave secreta individualizada para acceder a una parte constitutiva de la realidad y que viene a profundizar las funciones de control actual en que nos desenvolvemos, en el sentido de que implica un procedimiento de prácticas, discursos y distribución de valores para establecer, mantener o direccionar un orden.
El registro de individualidad que Deleuze advierte en las sociedades es la firma, para permitir el acceso a una posición entre el conjunto de individuos llamado masa. Este polo será reemplazado por el concepto de cifra, la cual define como una "contraseña". Esta es el punto de partida para la creación de un "lenguaje numérico del control", encargada de permitir o denegar el acceso, operando en un espacio sin límites físicos, sin lugares encerrados ni determinados, que propios de las sociedades disciplinarias, pues de lo que se trata es de extender el dominio de control fuera de la delimitación institucional.
En su análisis, las sociedades de control han convertido a los individuos en "dividuos", es decir en una cifra, un elemento cuantitativo de registro que es objeto de un control más sofisticado, abierto. En un nivel amplificado, los dividuos pasan a ser muestras, datos, material vivo para grandes volúmenes de datos que circulan en el espacio digital de internet y de la llamada Big Data. Deleuze equipara este tipo de control con la serpiente, en tanto representa el modo ondulatorio en que nos desplazamos mediante el lenguaje numérico.
"El lenguaje numérico del control está hecho de cifras, que marcan el acceso a la información, o el rechazo. Ya no nos encontramos ante el par masa-individuo. Los individuos se han convertido en “dividuos”, y las masas, en muestras, datos, mercados o bancos. Tal vez sea el dinero lo que mejor expresa la diferencia entre las dos sociedades, puesto que la disciplina siempre se remitió a monedas moldeadas que encerraban oro como número patrón, mientras que el control refiere a intercambios flotantes, modulaciones que hacen intervenir como cifra un porcentaje de diferentes monedas de muestra. El viejo topo monetario es el animal de los lugares de encierro, pero la serpiente es el de las sociedades de control. Hemos pasado de un animal a otro, del topo a la serpiente, en el régimen en el que vivimos, pero también en nuestra forma de vivir y en nuestras relaciones con los demás", señala Deleuze.
Es así como los dos polos, que el filósofo francés identifica en las sociedades disciplinarias, como la firma y el número, que identifican al individuo y su posición en la masa, expresados en el Rol Único Nacional (RUN), conocido también como la cédula de identidad, ahora pasan a ser complementados y reforzados por el lenguaje numérico de la cifra para acceder a la compra y a la venta de bienes y servicios, para los cuales es fundamental contar con una contraseña en el mundo digital, donde somos rastreados, ya no tanto como masa, sino como individuos aislados a través de nuestros dispositivos móviles, como teléfonos celulares y computadores portátiles, o en nuestras tarjetas de crédito y débito con chip, que son el soporte de inscripción e ingreso de nuestras contraseñas individuales.
Se necesita una clave secreta para acceder al salario, para realizar transferencias que permiten pagar el arriendo o permiten la compra de bienes y servicios con las tarjetas de crédito o débito, además del acceso a los servicios de seguridad social, pública y privada, o para el pago de impuestos, en un proceso que es realizado cotidianamente por una creciente parte de la población.
Es así como la digitalización se vuelve una instancia que posibilita, por una parte, la consecución del deseo para acceder a ciertos productos o servicios. Por el otro lado de la moneda, esta digitalización también supone la consecución de los deberes y obligaciones para el pago que los individuos hacen a los organismos del Estado y a los empresas privadas por la prestación de servicios. Ya es parte de la cotidianidad recurrir a fin de mes al pago electrónico de las cuentas, donde el salario no alcanza a pasar por las manos en su materialidad de billetes, sino que gran parte del ingreso se transfiere por el espacio digital de los servicios bancarios o de los servicios de apoyo al giro bancario, para realizar pagos mediante plataformas digitales. En Chile, por ejemplo, el 80% de los clientes de bancos son llamados "clientes digitales". La password, entonces, se ha vuelto un elemento gravitante en nuestras vida, el no recordarla puede significar la falta de acceso al dinero, al acceso de bienes y servicios de primer orden.
Este soporte tecnológico fue identificado por Deleuze como un rasgo de las sociedades de control, en tanto "operan sobre máquinas de tercer tipo, máquinas informáticas y ordenadores cuyo peligro pasivo es el ruido y el activo la piratería o la introducción de virus. Es una evolución tecnológica pero, más profundamente aún, una mutación del capitalismo".
La contraseña constituye también un filtro de informaciones direccionado, que permite el acceso a través de la compra, la cual se realiza mediante el endeudamiento en la mayoría de los casos. Este filtro está orientado por la llamada Big Data, la mega fuente de volúmenes de datos, la cual es direccionada por una red relacionada de datos que se van focalizando en las búsquedas de información de los usuarios, específicamente a los que cuentan con una contraseña en la Big Data de Google y otras fuentes de datos con grandes volúmenes de información que exige la clave individualizada para poder operar. La contraseña es una huella digital que permite una retroalimentación entre la Big Data y el individuo. La primera obtiene los rastros dejados por el individuo, traducido en búsquedas de informaciones que se asocian con deseos e intereses, estableciendo un mapa aproximado de subjetividades que se orientan hacia el consumo, como una bitácora de preciados datos para las empresas, a las cuales se les abren mayores dosis de control abierto y direccionado.
En este sentido, según Deleuze, en las sociedades de control los servicios de venta son "el alma de la empresa", siendo nuestros datos de la huella digital la que permite el surgimiento de un nuevo tipo de marketing, definido por el filósofo francés como un "instrumento de control social", caracterizado también por ser "a corto plazo y de rotación rápida, pero también continuo e ilimitado". La Big Data es el campo de juego perfecto para la circulación e influencia de los rasgos que tienen los mecanismos de control del marketing digital
El marketing digital como dispositivos de las sociedades de control se encarga de producir las técnicas para dar respuesta a necesidades y deseos, siendo este el enganche de direccionamiento de las subjetividades dentro de la digitalización. Es un dispositivo pues en él circulan saberes, técnicas de gubernamentalización de subjetividades, direccionamiento de individualidades, discursos y estrategias, las cuales forman parte de un juego de poderes, en este caso del campo económico-comercial y de la cultura.
Nuestras búsquedas son tráficos con los cuales se van estructurando nuestros perfiles para generar un estado de satisfacción previo a la compra en el espacio digital, la cual se activa con el in(dividuo)-contraseña, en un proceso en que debemos ser controlados desde nuestras contraseñas, rastreables, con nuestras tarjeta dividuales de compra y sus clave secretas.
Habrá que ver qué formas de resistencia se van formando en torno a los mecanismos socio-técnicos de las sociedades de control de subjetividades en el campo digital.

No hay comentarios: