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lunes, 29 de julio de 2019

El endeudamiento desde la visión de la Psicología Económica

El endeudamiento es un elemento central en el actual paradigma económico de crecimiento, en un proceso que forma parte de la apertura y globalización de los mercados y de los sistemas financieros, el cual desde la década de los noventa del siglo pasado está cada vez más integrado por estructuras normativas que operan sobre el comportamiento de los consumidores, siendo el dinero uno de los grandes moldeadores del comportamiento económico.
El endeudamiento como objeto de estudio pasa por el análisis de los contextos sociales en que se genera, para lo cual es necesario identificar la relación que existe entre la disciplina de la Psicología Económica y la sociología, considerando que los procesos de elección individuales de las personas necesariamente se insertan en contextos sociales estructurales que producen valores subjetivos que tienden a socializarse. 
Es así como podemos sostener que el fenómeno de la deuda es un comportamiento económico que puede ser interpretado desde esta óptica, en que se parte de la base de que existe una aceptación social del crédito y lo que conlleva (la deuda), produciendo una cultura del endeudamiento que implica la aceptación de un riesgo, tanto para la oferta como para la demanda, aunque se parte de un supuesto controlado.
Pero la deuda incorpora también el supuesto de la administración financiera individual, pues existe una variable más básica en este fenómeno que considera la capacidad de gestión de los ingresos que ejercen los individuos. En este sentido, un mayor endeudamiento se relaciona con un estilo más débil de administración., siendo esta una variable dentro de los elementos que dan cuenta del endeudamiento, ya que también está presente la necesidad de los individuos, en diferentes grados, que los impulsa a adquirir las deudas.
Otras nociones, a grandes rasgos, que están dentro del análisis del endeudamiento, desde la Psicología Económica, es el autocontrol, entendido como una capacidad de dominar la toma de decisiones financieras, postergando gratificaciones, por lo que esta medida se asocia con los niveles de ahorro. Ello crea una actitud hacia el objeto de la deuda, como una tendencia a alejarse de esta. En ausencia o disminución de la capacidad de autocontrol se reinvierte la relación con el objeto de la deuda y nace el endeudamiento como tal.
En el caso del autocontrol, el endeudamiento además está vinculado al resguardo financiero, que implica una actitud para la lucha, protección, evaluación y anticipación de situaciones con el propósito de mantener una estabilidad entre los ingresos y gastos de los individuos o grupos familiares. Esto supone una percepción subjetiva: sentirse protegido otorga estabilidad económica, mientras que la percepción de no sentirse protegido conduce al endeudamiento.
En Psicología Económica los estudios tienden a identificar sistemáticamente que las expectativas de control son mayores en los grupos soocioeconómicos de mayores ingresos, donde los niveles de angustia por el devenir económico disminuye por la percepción del mayor control que entrega el mayor nivel de ingresos.Al 
Esta es una de las bases para la entrada de estrategias de resguardo, las cuales dependen de la capacidad de los individuos para enfrentar gastos imprevistos. Para la Psicología Económica en este campo estudia las circunstancias individuales, motivaciones y sentimientos en torno al cuidado financiero, en que la deuda se relaciona con el quiebre de un estado de equilibrio, que entrega una respuesta al restablecimiento.
El mayor gasto frente a los ingresos genera condiciones adversas también genera respuestas consideradas irracionales, en que se ignoran circunstancias reales y se centran en soluciones escapistas como la búsqueda de juegos de azar y otras vías de evasión, por lo que en este tipo de situaciones, a falta de una estrategia de resguardo financiero, aumenta la posibilidad de caer en el endeudamiento.
El psicólogo estadounidense George Katona fue uno de los primeros exponentes en estudiar el endeudamiento en las sociedades industriales del siglo XX, identificando tres tipos: El que nace por la incapacidad de pagar los gastos necesario por medio de los ingresos; el que aparece por la percepción de rechazo de mantener los gastos al nivel de los ingresos, inclinado hacia la subjetividad de los individuos, y el deseo de realizar gastos extraordinarios, que toman un carácter fuera de lo cotidiano, como vacacionar y aprovechar otras ofertas de las industria del ocio de manera más sistemática.
El consumo y el acceso al crédito y, por ende, a la deuda, incorporan otra interacción a tomar en cuenta: La de la utilidad y actitud que van realizando los individuos en el mercado, en que se relacionan sensaciones y experiencias, las cuales van diferenciando deseos y comportamientos. Y es que en economía, de acuerdo a la escuela clásica, los individuos persiguen la maximización de la utilidad, en base a sus propios intereses, por lo que en este caso la actitud cumple una rol motor para alcanzar lo primero. Si hablamos de actitud encontramos elementos como la voluntad, la propensión a pensar y actuar, incorporando elementos racionales de evaluación, conjuntamente con elementos afectivos y emocionales que terminan impulsando la acción a las adquisiciones. La herramienta del dinero para conseguir la materialización de la actitud en función de la utilidad se hace valer del crédito como un mecanismo facilitador, que plantea la posibilidad de acceso inmediato.
El comportamiento hacia la deuda, donde se inserta la voluntad y la actitud, que  también se determina por un factor social que entregan las normas. Y aquí volvemos a la relación con la sociología, en que es necesario comprender también que en torno al endeudamiento operan factores como la relación entre influencia social y la satisfacción económica, donde aparece la comparación con otros individuos o grupos, la competencia por el estatus. Aparecen otros conceptos asociados como el consumo como un estilo de vida, el cual pasa a constituirse también como consumo de grupos sociales, con sus propias culturas y formas de organización simbólica, a partir de prácticas diferenciadas en relación a otros grupos y que se construyen a través de relaciones con individuos del mismo grupo social y cultural. Los individuos se constituyen en torno a un grupo de referencia, que podría ser una clase social: Si sus ingresos son altos respecto a su referencia se tiende al ahorro de excedentes, pero si los ingresos son bajos respecto al grupo referente, se tiende a acumular deudas.
Desde este punto, pasamos al concepto de representación social en torno a la deuda, que supone una estrecha relación entre las actitudes y comportamientos económicos con la distribución y uso del dinero, especialmente en el manejo del ahorro y de las deudas. En el caso de los endeudados los estudios realizados identifican categorías de significados que crean un tipo de perfil para el endeudado, que van desde la satisfacción, el disfrute, la integración social, la impulsividad, la tentaciones frente al acto de consumo, la apuesta al futuro para mejorar los ingresos con el uso del crédito, hasta la recompensa al esfuerzo.
Estos antecedentes los podemos conectar con el contexto en que se desarrollan el uso de abuso de los créditos de consumo, como lo señala en su trabajo Howard Tokunaga, quien hace referencia a la "revolución del consumo" que se ha generado en los últimos treinta años, con el desarrollo de medios de producción de bienes y servicios más eficientes, con una tendencia a reducir costos y un proceso de internacionalización, que ha generado un incremento en consumo y en el acceso al sistema financiero. La oferta de créditos desde fines del siglo XX ha propulsado nuevas actitudes hacia el consumo, configurando perfiles más fragmentados, individualizados, los cuales tienen sus propios niveles compulsivos, acorde con el ritmo acelerado de la producción. El rol del marketing en las últimas décadas, por lo tanto, se enfoca an otorgar un significado de vida a través del consumo, donde se encuentra la valorización que cada individuo le asigna, siendo el crédito la herramienta práctica para su acceso.  El crédito tiene un carácter instrumental y cobra un sentido que se funde con el de consumo. Consumir mediante el crédito es un elemento que ayuda a constituir la identidad.
Para Tokunaga la posesión de tarjetas de crédito está relacionado con deseos irracionales e inconscientes de gastar dinero, cayendo en una categoría de abuso similar al uso abusivo de alcohol, comida y otras sustancias. Esta pulsión significa una adicción a un comportamiento de gasto, que se caracteriza por un mayor locus de control externo, menor autoeficacia y una visualización del dinero como una fuente de poder y prestigio en relación al otro, lo que lleva a tomar menores medidas de precaución para la administración del dinero, específicamente con los egresos.
El crédito y su ciclo de deuda-pago-deuda, al volverse repetitivo y excesivo, determina comportamientos económicos que pueden ser compulsivos, entendidos como la falta de dominio propio en el deseo de comprar. No se piensa en que el crédito es un consumo anticipado, pues se disuelve en el acto instantáneo del acto de consumo.
La situación del sujeto endeudado es la de estar pagando o tratando de evitar pagar. Y esta dinámica va produciendo connotaciones morales en los mismos individuos o grupos. Para algunos, en base a la experiencia de la deuda, lo mejor es evitar el crédito para no caer en los mismo o en la experiencia de terceros.
Según Tokunaga, los deudores exhiben un locus de control externo, viendo la deuda como el resultado de un destino o de la acción de terceros, una baja autoeficacia, viendo el dinero como una fuente de poder y de prestigio.
A modo de conclusión, frente al endeudamiento la Psicología Económica identifica que uno de los principales sentidos que se constituyen para el sujeto endeudado está la impulsividad del dinero, además de otros aspectos que ejercen un control externo en sus conductas económicas, entre los cuales están las representaciones sociales en torno al reconocimiento de la capacidad de consumo, junto a los Medios de Comunicación, los grupos de referencia y la cultura en torno al consumo.
Para el endeudado la noción de esfuerzo se relaciona con la recompensa al sacrificio que representa el acceso al crédito, para adquirir productos y servicios y así satisfacer los deseos. La posibilidad de disfrutar las cosas endeudándose no tiene justificaciones: se realiza sí o sí.
El dinero para el sujeto endeudado es un medio y no un fin en sí mismo, como lo es para el ahorrador, para quien el dinero es un valor. Finalmente, para el endeudado el dinero tiene un sentido de integración al consumo, en que se valora el contexto social que permite el acceso al dinero prestado, aumentando la satisfacción en las relaciones interpersonales.

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