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miércoles, 30 de marzo de 2016

Mercado: Diferencia entre modelo y filosofía espontánea de la naturaleza humana

Se ha vuelto recurrente ver en los apologistas del monetarismo, vulgarmente catalogado de "neoliberalismo", catalogar al mercado como una orden espontáneo que huye de toda aproximación estructuralista, escapando de la denominación "modelo". Primero fue Luis Larraín, director de Libertad y Desarrollo, al afirmar -en el 2011- que el actual régimen económico chileno no es un modelo, sino que es una "filosofía de la naturaleza". Ahora es el turno del ex presidente del Instituto Chileno de Administración Racional de Empresas (Icare), Patricio Jottar, quien pretende ofrecer la cátedra: "El estatismo extremo y el marxismo son modelos, pero el libre mercado no es un modelo, porque no es una creación o conceptualización de una persona; es el resultado espontáneo de 7 mil millones de personas que viven en el mundo", con lo que busca sostener que el libre mercado no responde a marcos teóricos, ni se inventa en "escuelas de negocios".
En lo medular tiene razón, pues el mercado como espacio público de interrelaciones humanas encierra esos preceptos de naturaleza humana como socialización, interacción comunicativa e instintos gregario de supervivencia, pero existe una frontera entre este principio ontológico del liberalismo económico y la mera propaganda sofística para justificar la operación de un sistema a mayor escala. Algunos exponentes de la derecha y del empresariado, que comparten el mismo grupo social, insisten en la idea de instalar la economía de mercado como algo inherente a la naturaleza humana, como si el afán de ganancia por antonomasia y obtener el reconocimiento de los otros por el poder monetario acumulado o por la "capacidad" de hacer negocios (la vanidad que habla el personaje de Gordon Gekko de Wall Street) estuviera presente ineludiblemente dentro de cada uno de nosotros, como un "hecho no revelado de fe".
No es verosímil usar el argumento de la ontología para justificar los evidentes problemas que genera una economía distorsionada como la chilena, donde no se verifica el principio de la competencia perfecta que nos lleve a pensar en la libertad. El amplio margen de mercantilismo y lógicas de provincialismo con que operan los dirigentes empresariales del país tampoco no lleva a una asociación directa con una "filosofía de la libertad" que se plasme en nuestra economía de mercado. Podríamos creer en una filosofía de la libertad cuando estemos en presencia de información completa en el mercado, no como las actuales brecha que presenta la economía mundial y en particular la chilena, con asimetrías de información que sirve a unos pocos para obtener mayores participaciones de mercado, estableciendo concentraciones verticales, oligopolios y cuotas de poder que terminan perjudicando a pequeñas empresas, emprendedores, trabajadores y consumidores.
Se usa el recurso retórico de la filosofía de la naturaleza, como si este país avanzará al intervencionismo de Venezuela o Argentina, cuando tenemos condiciones diametralmente opuesta en política fiscal y monetaria, además de una integración a los mercados de capitales completamente distinta al capitalismo de Estado que se utiliza en dichos países.
Pero hay un tema de fondo que no toca la apologética de la economía monetarista a la chilena: Existe un intento discursivo de huir de la conceptualización estructuralista de "modelo", cuando en la práctica la economía de mercado usa las leyes de esta escuela epistemológica. Un solo ejemplo de ello es el concepto de planificación que recurren las empresas en varios niveles:, recurriendo a modelos de gestión estratégica, modelos econométricos para establecer políticas de precios, planes de marketing y cambios organizacionales que se basan en otros modelos.
Además, el mercado es conceptualizado al momento en que surge una institucionalidad, con un conjunto de organismos estructurados e interrelacionados que coadyuvan al funcionamiento del mercado mismo.
El mercado como constructo humano, inherente a la vida del hombre, es una cosa, pero la distorsión que provoca la manipulación de este es otra y esa es la confusión que dejan de manifiesto los apologistas del monetarismo criollo.
El análisis de mercados, que realizan las empresas asociadas a la misma Icare, organizadora de Congresos de marketing donde se muestran los últimos modelos de aplicación, refleja la existencia de un modelo, con funciones determinadas.
No se debe olvidar tampoco que "la espontaniedad" del mercado chileno fue diseñada desde el Estado autoritario de la dictadura de Pinochet, donde se creó un "Plan Laboral" que rige monolíticamente las relaciones laborales, algo bastante alejado de la "filosofía de libertad" que sostienen los actuales agoreros. El rol de subsidiariedad del Estado es otro elemento que se contradice con la "filosofía de la naturaleza" espontánea que se plantea, pero que perfectamente puede ser catalogada de mecanicista y hasta historicista, como si el mercado fuese el destino del hombre y la sociedad.

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