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martes, 23 de agosto de 2016

Sistema de AFP, mercado laboral flexible y modernidad líquida

La flexibilidad del mercado del trabajo es uno de los pilares fundamentales de la tensión estructural que caracteriza el funcionamiento del sistema de capitalización individual, el cual fue pensado como un  mecanismo de ahorro basado en la responsabilidad de cada trabajador para acumular recursos pensando en la futura pensión. Pero ello supone un acceso estable de ingresos en el tiempo, además de niveles de salarios que se empinen por sobre el costo de la vida que registra la inflación.
El problema fue que el sistema instaurado en Chile en 1981 se impuso a la población mediante una propaganda unilateral, en un contexto de dictadura militar, que prometía eficiencia a partir del mecanismo de acumulación de capital para los trabajadores, siendo un impuesto al trabajo de carácter obligatorio. Todo esto en un mercado laboral que también se impuso con el Plan Laboral de José Piñera, que cambió la correlación de fuerzas en las relaciones laborales y que sembró la bases para la flexibilidad del Código del Trabajo.
El orden discursivo del sistema previsional de las AFP prometía una pensión digna: "El sistema de capitalización individual es el único que relaciona los beneficios que el sistema proporciona con los esfuerzos que realicen los trabajadores durante su vida laboral activa. Serán mejores las pensiones de quienes trabajaron más tiempo", señalaba José Piñera, el padre del engendro en su libro propagandístico "El Cascabel al Gato".
Sin embargo la relación entre los frutos del ahorro con la vida laboral activa se enmarcaron en un mercado laboral caracterizado por una mayor inestabilidad en el tiempo, producto de la flexibilización en los contratos laborales. Este es uno de los fundamentos de la licuefacción en el mundo del trabajo que plantea el concepto de "modernidad líquida", acuñado por el filósofo y sociólogo polaco, Zygmunt Bauman.
A su juicio, la modernidad se ha exacerbado en un proceso de licuefacción de su razón creadora, pasando de tener rasgos sólidos, con una forma estable, a un modernidad líquida que cambia de forma y espacio; es liviana para moverse fácilmente en el tiempo, de un modo más instantáneo. La producción avanzó desde esta solidez en la materialidad y durabilidad de los bienes producidos, pasando a ser más livianos y con una vida útil más acotada en el tiempo. Esta lógica de producción se relaciona estrechamente con el paradigma de un mundo laboral menos sólido.
El trabajo es una de las relaciones sociales que pasa por este análisis de la modernidad líquida y que se manifiesta con la flexibilidad laboral, la cual supone una poca durabilidad en el tiempo, algo que se puede desmontar fácilmente. Las relaciones laborales se vuelven modulables, para el ahorro de costos en el capital y eso supone la parcelización de salarios, por lo que el poder adquisitivo también pasa a licuefaccionarse mediante la reconfiguración de los contratos: Desaparecen los estables en el tiempo para dar espacio a contratos por proyecto, por horas determinadas, lo que cae en la categoría del subempleo y que se ha constituido en el escenario en que se desenvuelve el modelo del "Mercedes Benz" que señala José Piñera, quien omite el hecho de que este automóvil no tiene bencina suficiente para hacerlo funcionar de la forma ideal con que se ha venido vendiendo desde su instauración. Siguiendo esta analogía, si no hay dinero para ponerle bencina al "Mercedes Benz" el automóvil no se usa y surge la opción de venderlo.
"La flexibilidad es el slogan de la época, que cuando es aplicado al mercado de trabajo presagia el fin del "empleo tal y como lo conocemos", y anuncia en cambio al advenimiento del trabajo regido por contratos breves, renovables o directamente sin contratos, cargos que no ofrecen ninguna seguridad por sí mismos sino que se rigen por la cláusula de "hasta nuevo aviso", indica Bauman.
Bauman sostiene que la modernidad líquida el mercado laboral es más inestable, precario. Al trabajador no se le permite configurar la certeza laboral, se le arroja a la categoría de trabajador "por cuenta propia", donde caben pequeños emprendimientos y el comercio informal, por sobre el trabajo asalariado.
"De universo de la construcción del orden y del control de futuro, el trabajo se ha desplazado al ámbito del juego; el acto de trabajar se parece más a la estrategia de un jugador que se plantea modestos objetivos a corto plazo sin un alcance que vaya más allá de las próximas dos o tres jugadas. Lo que cuenta son los efectos inmediatos de cada jugada y los efectos deben ser aptos para su consumo también inmediato", precisa Bauman, en una descripción de la tendencia actual que tiene el mercado laboral.
Según Bauman, la modernidad líquida supone un presente volátil, que fluye y cambia con las circunstancias, en que las personas dependen de sí mismas. "Cuando menos control tenemos de presente, menos abarcadora será la planificación del futuro. La franja de tiempo llamada "futuro" se acorta, y el lapso total de una vida se fragmenta en episodios que son manejados "de a uno por vez". La continuidad ya no es más un indicador de perfeccionamiento. La naturaleza del progreso, que supo ser acumulativa y de largo plazo, está dando lugar a requerimientos que se dirigen a cada uno de episodios sucesivos por separado: las virtudes de cada episodio deben quedar demostradas y ser consumidas totalmente antes de que éste finalice y el próximo comience. En una vida regida por el principio de flexibilidad, las estrategias y los planes de vida sólo pueden ser de corto plazo".
La gran cantidad de lagunas en el sistema de capitalización tiene una relación directa con la mala calidad del trabajo persistente en el mercado laboral chileno, producto de un empresariado que insiste en concentrarse en un modelo extractivista que se ha rehusado a avanzar a la famosa "segunda fase", incorporando mayor valor agregado, con capital tecnológico, altos niveles de investigación y desarrollo y e innovación tecnológica, lo que supone la calificación del trabajo, cosa que en Chile llega a bajos niveles dentro de la fuerza laboral.
La falta de cotizaciones plantea abiertamente una situación de incerteza en el presente y, por ende, hacia el futuro. Si el sueldo fatigosamente no alcanza en el presente para fin de mes en la gran mayoría de la fuerza de trabajo efectivamente la planificación del futuro pasa a un segundo, tercer, cuarto y quinto plazo. Con un presente de ingresos precarios e inestables no alcanzan a configurarse estrategias de largo plazo, lo que se suma a la brecha de información que tienen las AFP.
Esta es una de las omisiones discursivas de los apologistas del sistema de capitalización, pues el mismo creador del mecanismo de ahorro paralelamente sentó las bases de un Código Laboral, lo que significó un cambio en la correlación de fuerzas a la hora de acordar contratos. El contrato de trabajo es parte de un contrato civil a gran escala en el cuerpo social. Si se hace asimétricamente una de las partes pierde más que la otra. Para el caso chileno esto se activó con las disposiciones legales del Plan Laboral de José Piñera, que terminó restando más libertad al factor trabajo, a favor del factor capital. Este fue el terreno en que se sembró el sistema previsional, siendo la precariedad uno de sus frutos, el que posteriormente se fue profundizando en los años noventa del año pasado, proceso en que se manifestó con mayor fuerza la idea de la modernidad líquida.
"La precariedad es el signo de la condición que precede a todo lo demás: los medios de subsistencia, en particular la forma más básica de éstos, o sea, los que dependen del trabajo y el empleo. Esos medios de subsistencia ya se han vuelto extremadamente frágiles, pero continúan haciéndose más quebradizos y menos confiables año tras año. Mucha gente, al escuchar las opiniones evidentemente contradictorias de algunos notables expertos y buscar una respuesta acerca del futuro de sus seres queridos, sospecha no sin razón que, a pesar de las caras decididas de los políticos o de la convicción de sus discursos, el desempleo en los países ricos se ha vuelto "estructural": por cada nueva vacante laboral hay varios empleos que se han desvanecido y, simplemente, no hay suficiente trabajo para todos", sentencia Bauman.
De esta forma, la pregunta queda abierta: ¿De qué forma se conjuga un mecanismo de ahorro en un mercado flexibilizado que tiende a precarizar el trabajo y el ingreso?

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